La crisis que todavía se ceba con
la economía española se está pudiendo capear gracias en buena parte al sector
exterior y al turismo, es decir, es merced al esfuerzo exportador de muchas de
nuestras empresas y a que España tuvo nada menos que 82 millones de turistas el
año pasado (la segunda del mundo en turistas y en ingresos por turismo) que
muchos trabajadores no han perdido sus empleos y que muchas familias, aunque
con serias dificultades, están saliendo adelante. Entre esas empresas no solo
está el sector privado, que lo mismo se
encarga de la gigantesca ampliación del Canal de Panamá que pone a circular
trenes TALGO de alta velocidad por el desierto de Arabia Saudí, también empresas
públicas, sobresaliendo entre ellas las del sector del armamento, donde España ocupa
en estos momentos el décimo puesto mundial. Dos son las empresas españolas más
importantes en este sector, Construcciones Aeronáuticas (CASA) integrada en el
consorcio europeo EADS desde 1.999 y NAVANTIA con instalaciones y astilleros en
Cádiz, San Fernando, Ferrol y Cartagena. Ambas empresas públicas, aunque
también construyen para el sector civil, es en el sector militar donde tienen el mayor
peso de su producción. Son decenas de miles los trabajadores, altamente
cualificados, que emplean y por poner solo un ejemplo, son más de 4.000 los que
trabajan en las gigantescas instalaciones que se hicieron, ex profeso, en
Sevilla para el montaje del avión de transporte militar Airbús A-400 M.
NAVANTIA exporta casi el 75% de lo que produce y en el pasado esta empresa
española obtuvo suculentos contratos que permitieron vender desde un
portaaviones a Tailandia, hasta dos grandes buques de proyección estratégica
(similares al “Juan Carlos I”) para Australia, pasando por cinco fragatas para
Noruega, ocho patrulleros oceánicos para Venezuela, etc. En estos momentos el
contrato más importante que tiene NAVANTIA en el exterior es la construcción de
dos buques logísticos para la Marina Australiana. Pero,
había contratos casi hechos que están en el aire, entre ellos el suministro de nueve fragatas también para Australia y cinco para Arabia Saudí. No debe ser visto como una casualidad que los buques de proyección
estratégica construidos para Australia (“Canberra” y “Adelaida”), que habían
costado 3.000 millones de dólares, tuvieran serias averías con sus propulsores (Siemens) y que la empresa encargada de su mantenimiento sea la británica BAE Systems,
que compite con España por el jugoso contrato de las fragatas y en cuyo concurso NAVANTIA era la favorita, porque ya construye tres destructores en los astilleros australianos. El contrato saudí tiene otros condicionantes, por la agresión de ese país a Yemen. Es decir, los navajazos
traperos, las alcantarillas y la alta y baja política juegan mucho en estos
asuntos. NAVANTIA se encuentra ahora en una situación muy delicada, con
proyectos como el submarino S-80 y las fragatas F-110 para la Armada Española con pocos fondos para seguir adelante. Estos proyectos no solo son
imprescindibles para nuestra Marina, deberían ser la punta de lanza exportadora
destinada a unos cuantos países, sobre todo de Iberoamérica, que necesitan ya modernizar sus flotas, como Perú y Argentina, por ejemplo. Hace falta un
esfuerzo inversor y hace falta que nuestro Gobierno se tome más en serio nuestras
relaciones con Iberoamérica, cuyo nivel parece que ha bajado mucho desde que no
está José Manuel García-Margallo en la cartera de Exteriores. Ahí está el que
podría ser el contrato del siglo para NAVANTIA, un contrato que España no se puede
permitir el lujo de perder.
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