miércoles, 3 de enero de 2018

COMO HACER EL IDIOTA EN NAVIDAD

La Navidad era una época del año entrañable para las familias y de ilusión para los niños, que esperaban que los Reyes Magos de Oriente les trajeran regalos por haber sido buenos, e independientemente de si uno era o no creyente se respetaba la tradición, una tradición que no hacía mal a nadie, al contrario. Pero, hace muchos años que la Navidad se convirtió en otra cosa, unas fechas para los mejores negocios, para los excesos y para hacer el imbécil. Desde que en 1.932 la compañía Coca Cola vistiera a Papá Noel de rojo y blanco, sus colores corporativos, para hacer una macrocampaña de publicidad, apelando al corazón y a los sentimientos, como suele hacer esta multinacional de los refrescos, el pobre Santa Claus ya no se ha vuelto a vestir con su ropa verde y blanca y mucho menos los zoquetes que lo quieren imitar. Pero, en España, las fechorías navideñas al servicio de intereses espurios ya hacía tiempo que cabalgaban a sus anchas. A principios del siglo XIX se denominó a la noche anterior a la Epifanía como la “noche de Reyes” y se introdujo la costumbre de hacer regalos a los niños, exactamente igual que se hacía en otros países el día de Navidad, en honor al santo oriental Nicolás. Fue en 1.866 cuando se celebró la primera cabalgata de Navidad en Alcoy, localidad muy dada a las fiestas con disfraces, como las de moros y cristianos, y la costumbre se extendería luego por toda España y por algunos países iberoamericanos. A nadie pareció importarle, y mucho menos a la Iglesia, que la conmemoración de la matanza de los Santos Inocentes, donde los niños menores de dos años fueron asesinados por el Rey Herodes para acabar con Jesús, se mantuviera el 28 de diciembre ¿cómo era posible que los Reyes Magos llevaran oro, incienso y mirra al nuevo Mesías el 6 de enero a Belén si en esa fecha, según el Evangelio de San Mateo, la Sagrada Familia se encontraba en Egipto, adonde había huido avisada por un ángel? Pelillos a la mar. Pero, de una u otra manera, bobadas incluidas, las fiestas navideñas forman parte de nuestra cultura o eso hacían hasta que el gordinflón foráneo irrumpió en los grandes almacenes y en las casas, la gente empezó a salir en Nochebuena, no a misa del gallo, sino de borrachera y a los Magos ya no los reconocía ni la padre que los parió. Este año, como ya ha sucedido en algunos anteriores, ha surgido la polémica en torno a la cabalgata de Reyes en Madrid, donde, al parecer, saldrá una carroza con Draq Queen (un término anglosajón que el país de los tontos enseguida ha hecho suyo) vestidas de magos. Las críticas que la iniciativa ha generado se han intentado acallar bajo la coartada de que también hay otras carrozas con otras propagandas, no solo LGTB, incluida la “patrulla canina”. A mí no me importa que cada cual haga el idiota en Navidad como le parezca, pero, por favor, no me toquen a los niños, ya harán el idiota a su debido tiempo.

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