Es muy típico que cuando empieza el
nuevo año la gente se proponga metas, unos dicen que van a dejar de fumar,
otros que van a empezar a ir al gimnasio para bajar tripa, etc. Pues bien, yo
me he propuesto para este año no ser políticamente correcto. La verdad es que
ya no lo era mucho, así que no va a significar para mí un gran esfuerzo.
Si hay un tema tabú donde la
nueva dictadura del “pensamiento únicamente estúpido” se ejerce de forma
inmisericorde este es el de la inmigración. Como en otros asuntos muy queridos
por los nuevos dictadorzuelos, si alguien se atreve a discrepar de sus
opiniones y sus mantras lo mínimo que le puede pasar es que le cuelguen los Sambenitos de xenófobo y racista, y eso porque ahora no disponen de la Inquisición y no
pueden arrojarte al fuego eterno. Ya puede
ser usted más rojo y más revolucionario que Ernesto “Che” Guevara que como se
salga de la línea de opinión marcada lo llamarán facha y neonazi y se quedarán
tan anchos. Son esos progresistas de pacotilla, y la derecha que les hace el
caldo gordo, los que, en nombre de los derechos humanos, nos toman el pelo a todos.
Fíjese usted, por ejemplo, en quienes son los más compungidos por el drama
humanitario de los que quieren cruzar a Europa desde África a través del Mediterráneo
¿no son exactamente los mismos que aprobaron en el Congreso de los Diputados ir
a la Guerra de Libia “para poner allí la democracia”? ¿no son exactamente los
mismos que desde editoriales y tertulias nos decían que había que acabar con el
dictador Muamar el Gadafi? Naturalmente que a esos rojuelos de mentira y a la
derecha con la que colaboran lo que menos les importaba era que Gadafi fuera un
sátrapa y un dictador, porque también esos son los mismos que se besan y lamen
las babuchas a las monarquías feudales árabes, donde la democracia, los
derechos humanos y los derechos de las mujeres brillan por su ausencia, pero, eso
fue lo que nos quisieron vender. Si la inmigración desde África a Europa no es
un fenómeno nuevo (que se lo pregunten a los franceses) y a España ya llegaban
pateras a montones durante los Gobiernos de Aznar, la Guerra de Libia y la
desastrosa situación actual en aquel país, con varios Gobiernos y en poder de
tribus, señores de la guerra y el Estado Islámico, la ha acentuado
extraordinariamente. En Libia, que era el segundo país de África en renta per
cápita, solo superado por las Islas Canarias y las ciudades españolas de Ceuta
y Melilla (espero que nadie se sorprenda al descubrir que España, además de
país europeo, también lo es africano) trabajaban casi dos millones de negros,
ahora también llamados subsaharianos o, como en Estados Unidos, afroamericanos
o de color (debe ser que los llamados blancos son incoloros). Si somos conscientes
que dos cosas son las que más odian los yihadistas, a los ateos y a los
comunistas, y una la que más desprecian, a los negros, nos daremos cuenta de la
situación que viven en Libia estas personas y que por eso ese país ya no es el
punto de salida hacia Europa, ni de los que habían emigrado allí para trabajar
ni de los que atravesaban media África para partir desde Libia hacia la isla
italiana de Lampedusa. Marruecos y Argelia son ahora los puntos de partida y España
el destino. Nuestro país es el que más inmigrantes ha recibido del mundo en los
últimos diez años, pero, aún no hemos visto nada. A la inmigración del Este de Europa y de
Iberoamérica y al colectivo marroquí , que suma medio millón de personas en España,
se está uniendo ahora la inmigración del África Subsahariana en un número que
nos va a desbordar. Habrá observado
usted que cada vez se cruza más por la calle con personas negras, normalmente
jóvenes, que suelen ir solas o como mucho en parejas, pues tienen instrucciones
para no hacerse notar demasiado. Estas personas
corresponden al reparto que se ha asignado a nuestra comunidad autónoma y de la
que los políticos que nos gobiernan no nos han informado. Su estancia entre
nosotros, pues no trabaja casi ninguno, la sufragan las nuevas ONG´s, que han
surgido como hongos, cuyos dirigentes no tienen otro modus vivendi y que se
nutren de los Presupuestos del Estado, de las CC AA y los Ayuntamientos, ONG´s
a las que nadie controla ni fiscaliza. Reparten inmigrantes y reparten nuestro
dinero, pero de forma muy discreta. Estos inmigrantes que han llegado a España no
se pueden creer durante los primeros días de estancia que sea verdad lo que ven
sus ojos, casa gratis, muebles gratis, comida gratis, salario social, sanidad
gratis total, ningún español disfruta de esas cosas, y no pierden el tiempo en
llamar a sus familiares en África para contarles que han llegado el Reino de Jauja,
que vengan como sea. Hay cosas que mejor no comentarlas demasiado, salvo que no
seas políticamente correcto.
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