Que nadie intente analizar el
comportamiento y las políticas de Rusia bajo el mismo prisma óptico que se
utilizaba con la antigua URSS, porque se equivocará totalmente. Aunque lo que
representó la URSS, para bien o para mal, sigue en el subconsciente colectivo
de los rusos y en Rusia te tropiezas con esa cultura a cada paso, incluidas
estatuas, monumentos, himnos, anagramas y banderas, han cambiado muchas cosas desde
la desintegración de la Unión Soviética y no solo porque ahora el Partido
Comunista está en la Duma en la oposición. El partido político en el poder,
Rusia Unida, es un movimiento trasversal donde la ideología tiene muy poca
importancia o, para decirlo de otra manera, la única ideología es Rusia, la
patria, algo que en el mayor país de la Tierra (y, sin contar Siberia, el más
grande y poblado de Europa) tiene muchísima importancia. Conviene recordar que
cuando las nazis y sus aliados fascistas invadieron la URSS, Stalin no apeló a
los valores comunistas ni a Marx, Engels y Lenin, sino a Pedro el Grande y a la
Madre Rusia. Por eso Rusia Unida recibe votos de ciudadanos de todas las
ideologías.
Una de las primeras cosas que
dijo Vladimir Putin cuando llegó al poder fue que los países y los movimientos
que se quieren emancipar o liberar de diversos yugos a lo largo y ancho del
mundo no cuenten para eso con Rusia, que Rusia no es la URSS, que tendrán que
hacerlo por sí mismos. En efecto, el presidente ruso no es un burócrata del
Partido Comunista para el que la ideología era lo primero y donde el
internacionalismo proletario y la lucha contra el imperialismo de los pueblos
eran cosas sagradas, Putin es un ex agente del KGB pragmático y acostumbrado a
trabajar en las alcantarillas, donde rigen otros valores y otros métodos. Mucha
gente no puede entender cómo es posible que Rusia interviniera militarmente en
Siria (no para salvar a al Assad sino para defender sus intereses estratégicos, como la base naval de Tartús, por ejemplo) y al mismo tiempo se lleve muy bien
con Israel, que ha atacado a Siria en varias ocasiones, y Putin lo mismo se
entreviste, entre sonrisas, con el presidente sirio que con Netanyahu. Otro ejemplo
muy claro es que Rusia, siendo aliado estratégico de Irán, también tiene unas
relaciones excelentes con Arabia Saudí, la misma que ha financiado a los grupos
yihadistas y que ha agredido Yemen. Vladimir Putin no solo recibió al rey saudí
en el Kremlin, también se entrevistó con el “hombre más peligroso del mundo” el
príncipe heredero, viceprimer ministro, ministro de Defensa, responsable del
Comité Anticorrupción (con el que hace las purgas) y un montón de cargos más, Mohamaad
Bin Salmán, con el cerró nada menos que la venta de los poderosos y
sofisticados sistemas interceptores S-400. Con el Rey saudí de lo que se trató
fue de controlar la producción de petróleo para que subiera el precio del
crudo, algo que, como todo el mundo sabe, ya está sucediendo. Esa política heterodoxa
y pragmática, donde el único principio que rige es el interés de Rusia, es
exactamente la misma que ha seguido Rusia con Turquía y que le está dando tan buenos
resultados. Apoyar a Erdogán, a pesar del derribo siete meses antes del SU-24,
cuando quisieron quitarle de en medio con un golpe de Estado, fue un acierto y
eso, entre otras cosas, permitió ganar la guerra en Siria y poder tender el gigantesco gaseoducto
que Gazprom (empresa estatal rusa y primera gasística mundial) está llevando desde Azerbaiyán, a través de Turquía,
pasa abastecer a varios países de Europa Occidental sin pasar por Ucrania. La
nueva política de Rusia es muy peligrosa para Occidente, porque sigue muchas de las mismas pautas y los mismos criterios que potencias como EE UU, Reino Unido o Francia, han
seguido desde siempre, el interés por encima de los principios. La única diferencia que aún se puede apreciar
es que Rusia confía más en la gestión diplomática y en otros métodos, que no
voy a pormenorizar aquí, que en el intervencionismo militar. Por decirlo de
alguna manera, Rusia es un oso pacífico que no se mete bélicamente con nadie, pero que si
lo acosan saca sus zarpas y se convierte en un animal muy peligroso, como bien
saben los georgianos y ucranianos y sus padrinos de la OTAN. En fin, para
algunos va a resultar ahora que contra la URSS se vivía mejor.
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