El caso Diana Quer se ha
convertido, como no podía ser de otra forma, en un tema mediático al que
cadenas de radio y televisión y periódicos llevan días dedicando muchos minutos
y mucho espacio. Todo el mundo parece estar bien informado del asunto, porque
si no fueran suficientes las opiniones de tertulianos y “expertos”, hasta el
ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido, el delegado del Gobierno en Galicia,
Santiago Villanueva, y dos coroneles de la Guardia Civil nos han ilustrado
convenientemente sobre los pormenores en sendas ruedas de prensa. Al margen de
las circunstancias del caso en sí, a mí lo que más me ha llamado la atención es
que se pretenda utilizar la resolución del crimen para ponerse medallas, para
hacerse autobombo y para, en resumen, hacer ver a los ciudadanos de que se han
hecho las cosas bien y que nada deben temer porque hay gente que vela por
ellos, por nosotros. Nada más lejos de la realidad y son las propias
declaraciones de la Guardia Civil las que lo ponen de manifiesto. Según los
mandos de la Benemérita, desde noviembre tenían la convicción de que “El Chicle”
era el asesino, pero, eso no evitó que el individuo, que ni había sido detenido
ni estaba sujeto a ningún tipo de vigilancia, intentara subir a su coche a tres
chicas el día de Nochebuena e intentara secuestrar a otra el día de Navidad. Fue
esta última víctima, que se salvó por los pelos de acabar igual que Diana Quer,
la que apuntó la matrícula del coche del asesino y la que, junto con dos
testigos del suceso, denunció los hechos ante la Guardia Civil ¿Ese es el éxito
Policial?
La Guardia Civil ya se ha dado
cuenta de que ha sido instrumentalizada por los políticos y ya empieza a hablar
de que no ha podido actuar antes, cuando ya tenían clarísima la identidad del
asesino, por falta de medios y de las medidas legales adecuadas. Esa es la
madre del cordero, porque “El Chicle” no solo ha matado a Diana Quer, tenía una
larga carrera delictiva que incluía violaciones, robos, delitos con violencia,
tráfico de drogas, etc, quien sabe si incluso más asesinatos en la zona cuya
investigación ahora se ha vuelto a reabrir. Es decir, que nadie se eche ahora
las manos a la cabeza, ni los vecinos que lloran compungidos y que dicen no
saber a quién tenían al lado, ni las autoridades policiales. Todos conocían
perfectamente quién era “El Chicle”, a qué se dedicaba y de qué vivía,
empezando por su esposa, que participaba de algunos de los delitos y encubría
otros y que, inexplicablemente, ha quedado en libertad sin cargos. La resolución
de este caso no es ningún éxito, ha sido una suerte, y lo peor es que hay otros
muchos individuos, como este criminal, en circunstancias vitales parecidas haciendo
de las suyas impunemente por toda España
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