Tras los desastrosos resultados
de Los Comunes, la franquicia de Unidos Podemos en Cataluña, en las elecciones
autonómicas catalanas, que no se ha aireado más en los medios de comunicación
gracias a que los del PP fueron aún peores, el líder de Podemos, Pablo
Iglesias, estuvo más de tres semanas desaparecido. Los retiros espirituales
suelen ser útiles para, alejados de la vorágine mundana, aclararnos las ideas y
encontrar el Norte, o eso dicen. Debe ser verdad, porque hasta Jesucristo, el
hijo de Dios, también se retiró al desierto cuarenta días y cuarenta noches para
meditar. Yo no sé con qué habrá tentado Satanás a Pablo Iglesias durante ese
retiro y si, como Jesús, habrá salido airoso del envite, pero tengo la
sensación de que no ha encontrado el Norte.
En efecto, lo primero que ha
dicho Pablo Iglesias en su reaparición pública ha sido “nos equivocamos” algo
que ya todos sabíamos y que algunos ya habíamos advertido mucho antes de las
elecciones catalanas, y no me refiero solo a este humilde francotirador del
teclado, que también, ni a conspicuos o medios de la derecha, me refiero a
pesos pesados de la izquierda que, aunque jubilados, siguen teniendo un gran
prestigio, como Paco Frutos, por ejemplo, el que fuera secretario general del
PCE, que puso muy claritos los puntos sobres las íes. En Asturias políticos
como Gaspar Llamazares también tenían una visión bien distinta y muy crítica
sobre la estrategia que se estaba implementando en Cataluña. Los
acontecimientos y el tiempo, ese juez insobornable, nos dieron la razón. Lo
segundo que ha dicho Pablo Iglesias es que hay que hacer autocrítica, algo
lógico, no solo porque la autocrítica debe ser consustancial con la izquierda,
también porque si las has cagado, no analizas porqué y te empecinas en el error
el siguiente batacazo lo tienes asegurado. Pero, una cosa son las palabras y
otra muy distinta los hechos. De momento, yo no he visto la autocrítica por
ninguna parte, lo único que he visto es echar la culpa a los medios de
comunicación (“se centraron en el problema de la independencia en vez de en los
problemas sociales” Iglesias dixit) y al Rey, acusándole de intervenir
groseramente en el problema catalán, como si Felipe VI no fuera el jefe del Estado.
Una cosa es luchar por la república y otra muy distinta perder los papeles,
porque cuando la desmembración del Estado y la unidad de España es lo que está
en juego el debate monarquía-república no es lo prioritario. Casi todo el
mundo en España estábamos a setas, porque era tiempo, pero Pablo Iglesias y la
mayoría de los suyos fueron a buscar Rolex. Algunos ya habíamos advertido que
en el conflicto catalán los problemas sociales y los que cotidianamente
castigan a la gente habían quedado al margen y no iban a contar en las
elecciones, que las vísceras habían sustituido a la razón y que no se iba a
votar en clave izquierda-derecha, sino en clave Estado sí o Estado no, o, si
usted quiere, España sí o España al cuerno. Por eso Ciudadanos ha obtenido unos
resultados electorales que hasta Albert Rivera e Inés Arrimadas han tenido que
frotarse los ojos para admitir que son ciertos. Pues bien, aunque parezca increíble, muchos de
los votos de Ciudadanos fueron de catalanes que habían votado a Los Comunes en
las elecciones generales, que esta formación política, no lo olvidemos, ganó en
Cataluña.
Hay movida en Podemos y hay
movida en IU, su aliado táctico, que no todavía estratégico. Y la hay porque en
ambas formaciones políticas hubo voces que advirtieron lo que iba a pasar y no
se les hizo ni puñetero caso. En concreto, en Podemos Carolina Bescansa, que de
elecciones sabe algo, ya había dicho que se estaban equivocando. Alberto Garzón
ha vuelto a pedir otra vez mayor visibilidad de IU en Unidos Podemos, pero no
es esa ola lo que de verdad preocupa, sino la mar de fondo. Acudir con Podemos
a las elecciones fue un acierto, porque a pesar de perder más de un millón de votos se lograron mantener los 72
diputados e IU, que estaba en una situación muy delicada, por no decir crítica,
pasó de dos a ocho diputados, pero, si Podemos se hunde IU no quiere
acompañarla en el naufragio. Y si la autocrítica no va acompañada por un
análisis de la realidad y de una verdadera voluntad de rectificación y enmienda
(vamos a ver qué pasa con la formación de la mesa del Parlament) a Podemos le
pasará como al Titanic en las elecciones municipales y autonómicas y en las
generales, que vendrán en cascada. En hora de regresar de Orión y no seguir
contando cosas que no creeríamos.
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