martes, 2 de agosto de 2011

EE UU, ARMAS O MANTEQUILLA

El presidente Obama ha logrado un acuerdo, in extremis, con los republicanos para poder elevar el techo de la Deuda que, por ley, está establecido en un máximo de 14,29 billones de dólares y que era necesario para poder hacer frente a los pagos. La disyuntiva era endeudarse mas o quebrar. Dado el estratosférico nivel de Deuda USA, la solución es mala, pero la alternativa era aún peor, porque la bancarrota norteamericana habría producido un efecto en cascada que habría arrastrado al abismo al resto del mundo. De momento se aplaza el desastre.

El Partido Republicano solo ha cedido cuando Obama se ha comprometido a no subir los impuestos y a reducir el déficit en 3 billones de dólares en los próximos diez años. Esa cuadratura del círculo solo se puede lograr si se reducen drásticamente los gastos. El ala derecha republicana, o sea, el Tea Party, ha conseguido que sean los mas desfavorecidos los que paguen la factura de las alegrías gubernamentales que, como una patata caliente, había dejado Bush. Lo que verdaderamente está lastrando la economía de los EE UU es el gigantesco presupuesto de Defensa que, incluidas las partidas adicionales para las guerras de Irak y Afganistán, asciende a un billón de dólares anuales. Obama ha tenido que claudicar de sus ideas y bailar al son de la música que le tocan otros, la derecha mas impresentable. Esa música nos suena mucho a los españoles.

El entramado militar-industrial norteamericano es un hueso difícil de roer, porque tiene tanta influencia política que paga las campañas electorales de muchos representantes públicos, incluso de los presidentes y tanta influencia económica que, para decirlo de una vez, en USA hay 25.000 instalaciones que se dedican a la fabricación de armamento. La distorsión en la dinámica económica que esto genera es nefasta para EE UU, porque la mayor parte de lo que se fabrica no tiene un efecto multiplicador en el mercado, una gran parte de los componentes que forman parte de los sistemas de armas no tienen ninguna aplicación civil. El dinero que se dedica a construir carísimos portaaviones, submarinos estratégicos, aviones furtivos, misiles balísticos y de crucero, etc y al mantenimiento de guerras absurdas, está distrayendo unos recursos preciosos para una economía que debería potenciar las empresas de alta tecnología con fines civiles, única forma de poder competir con ventaja con los países emergentes. En efecto, cuando finalizó la Segunda Guerra Mundial USA tenía el 75% del PMB (Producto Mundial Bruto), en los años 70 era del 50%, a finales de los 90 había bajado al 25% y hoy solo está en torno al 17%. Si Norteamérica quiere seguir pintando algo en el mundo tiene que reaccionar y tiene que hacerlo ya. Una nación que ha puesto al hombre en la Luna tiene que liderar la revolución tecnológica imperativa para solucionar el problema de la sobreproducción industrial y de la contaminación y agotamiento de las materias primas. EE UU tiene la capacidad científica y técnica para ponerse al frente de la economía que necesitamos en el siglo XXI.

Serán los ciudadanos norteamericanos los que tendrán que decidir entre seguir anclados a la dinámica suicida del pasado, las armas, o lo que de verdad queremos, la mantequilla.

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