Ante el nuevo aluvión de medidas contra los trabajadores y ciudadanos en general, contratos de aprendizaje hasta los 30 años, encadenamiento indefinido de los contratos temporales y reforma de la Constitución sin referéndum, los sindicatos continúan desaparecidos.
Que tiempos aquellos, cuando CC OO y UGT tenían de secretarios generales a Marcelino Camacho y Nicolás Redondo y le montaban cuatro huelgas generales a Felipe González por mucho menos de lo que está pasando ahora. Ya es una opinión muy extendida la de que los sindicatos de clase se han convertido en organizaciones amarillas a sueldo del Gobierno y las declaraciones y maniobras que hacen solo son piruetas para mantener el tipo ante los trabajadores. Así lo entendió la gente ante la pasada huelga general y por eso se saldó con un estrepitoso fracaso. ¿Cambiará esta situación cuando gobierne el PP?, pues quizá no, si Rajoy mantiene el maná del dinero público, los sindicatos seguirán con el nuevo papel que han asumido. De todas formas, la ciudadanía no entendería que se volvieran beligerantes contra contra el nuevo Gobierno cuando a Zapatero le han dejado hacer de todo.
Hasta tal punto se han vuelto dóciles y comprensivos que el que fuera secretario general de CC OO, Antonio Gutiérrez, ahora diputado independiente en el grupo parlamentario socialista, un hombre nada extremista, los ha dejado en evidencia con sus declaraciones sobre la nueva ofensiva de Zapatero contra los trabajadores.
IU llama a la movilización, pero gobierna con los socialistas en muchos ayuntamientos y si no lo hace en algunas CC AA es porque los ciudadanos han echado a la pseudoizquierda, a gorrazos, en las pasadas elecciones o, como en Extremadura, las bases han dicho que nones. Los sindicatos también manifiestan que la gente debe salir a la calle, pero no ponen mucho énfasis en convencerla y liderar la revuelta; contrasta su inacción con lo que está sucediendo en países como Francia, Italia, Grecia o Portugal, por ejemplo. Hasta los del 15 M, “Los indignados”, parecen estar de vacaciones en este agosto negro.
Pero septiembre nos tiene reservadas unas cuantas sorpresas.
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