jueves, 11 de agosto de 2011

LOS DE LAS ESCOBAS

Estos días algunos barrios de Londres y de otras ciudades inglesas han sido pasto de las llamas, de los destrozos y del pillaje de jóvenes que se ponían la ley por montera y se pasaban el respeto hacia los demás ciudadanos y sus propiedades por la entrepierna. No es la primera vez que esto ocurre en Europa. Usted recordará que el actual presidente galo, Nicolás Sarkozy, fue elegido para el cargo de mayor rango de la república precisamente porque en la campaña electoral prometió a los franceses meter en cintura a “la chusma” que quemaba cientos de coches y arrasaba mobiliario urbano y comercios todos los fines de semana ¿Cual ha sido el detonante que ha encendido la mecha en la bomba de relojería británica?, pues ni mas ni menos que el nuevo Gobierno de conservadores y liberales, ante las reiteradas protestas de los vecinos honrados, dieron orden a la policía de impedir los continuos pillajes, robos y acciones delictivas de todo tipo que se venían produciendo en algunas zonas de Londres. En cuanto las fuerzas del orden comenzaron sus labores de identificación y control, los que llevaban años viviendo del delito solo esperaban un motivo para dar rienda suelta a lo que mejor saben hacer. La muerte en circunstancias pendientes de aclarar de un joven en un enfrentamiento con la policía, cuando intentaban identificarle, fue el pretexto que esperaban.
Aquí en España, no han tardado en aparecer opiniones que, sin justificarlos, son comprensivas con los sucesos de Inglaterra. Son jóvenes en paro y sin futuro, nos han dicho, pero la realidad tiene mas aristas. Hay un rasgo común a la barbarie que empieza a asolar Europa, la mayoría de los que usan los cócteles Molotov contra sus propios vecinos y contra la policía son inmigrantes. En Francia, como en Inglaterra, los hay que están perfectamente integrados y se comportan como ciudadanos civilizados, respetan la Ley y viven de su trabajo. La comunidad india o paquistaní, por ejemplo, han sido las que mas han padecido los saqueos e incendios en los comercios londinenses, pero otra gente, como los inmigrantes jamaicanos, por ejemplo, están en otra onda, llevan años exprimiendo los servicios sociales y antes de que la crisis pusiera patas arriba el mercado de trabajo ya habían decidido vivir sin dar golpe. Los que hemos tenido largas conversaciones con los franceses sabemos algo de todo esto y sucedía mucho antes de la adversa coyuntura económica actual.
Tanto en Francia como en Gran Bretaña tienen un problema añadido, los inmigrantes ya son de segunda o tercera generación, es decir, tienen todos los derechos como ciudadanos de unos países, de unos sistemas democráticos y de unas culturas nacionales a las que odian. Ya hemos dicho que no todas las comunidades ni todos los inmigrantes, faltaría más, tienen ese perfil, pero sí los que han convertido las calles en un campo de batalla.
España no es una excepción, todo lo contrario, con 5,2 millones de inmigrantes censados es el país de la UE con mayor porcentaje. Junto a cientos de miles que son explotados como mano de obra barata, hay cerca de 2 millones que viven al margen de la Ley, bien en actividades ilegales, como los manteros, o alegales, como mas de 350.000 prostitutas, también hay que sumar los que se dedican al tráfico de drogas, asalto a viviendas, robo de cobre y toda clase de hurtos en nuestras calles y nuestros establecimientos comerciales, sobresaliendo en estos menesteres los procedentes de las repúblicas de la antigua Yugoslavia y los gitanos rumanos. A estas alturas seguramente usted ya se ha dado cuenta de porqué nuestro Gobierno no da orden a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado de actuar.
Ante los pusilánimes, los que van a dejar que el problema que han creado se pudra, en Inglaterra ya han aparecido grupos de ciudadanos dispuestos a limpiar las calles de cristales rotos y automóviles quemados y a defender sus propiedades y su país de los nuevos vándalos. La dejación de funciones de las autoridades y la falta de contundencia en la respuesta es una invitación al nuevo fascismo, también aquí, en España.

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