viernes, 12 de agosto de 2011

SOMALIA Y LOS CUATRO JINETES DEL APOCALIPSIS

Nada representa tan bien el horror del drama humano como los cuatro jinetes del Apocalipsis, uno de ellos cabalga sobre un corcel negro y lleva una balanza en la mano, para que entendamos bien a las claras que su azote tiene mucho que ver con el mercantilismo, es el hambre.
Nosotros no tenemos ni idea lo que significa no comer durante semanas, no tener agua potable para beber o que cualquier infección o enfermedad, que en nuestra sociedad carecen de importancia, en muchas partes del mundo sean una invitación a la muerte. ¿Está usted operado de apendicitis?, por ejemplo, pues tiene suerte, porque si hubiera nacido en África estaría dando geranios, eso si logra pasar del primer año de vida, porque millones de niños no lo consiguen.
Lo que estamos viendo estos días en el Cuerno de África no ha pasado de repente. Hay una sequía persistente, desde hace ya años, que se ha agudizado esta primavera-verano. Las cosechas se han perdido y la mayor parte de los animales, domésticos y salvajes, han perecido. Nunca se había visto nada igual, como nunca, desde hace 175 millones de años, cuando La Gran Mortandad, se habían emitido a la atmósfera tantos millones de toneladas de CO2. En el Jurásico-Pérmico fue una terrible actividad volcánica, ahora los responsables somos nosotros.
Junto a los rigores de un clima que acaba con el ecosistema, otro de los jinetes lleva tiempo cabalgando por esos lares, monta un caballo rojo, pero no lleva una espada, como se dice en el capítulo sexto del libro del Apocalipsis, sino un fusil AK-47, que no se ha fabricado allí precisamente, es la guerra, que ya ha matado a cientos de miles de personas en Somalia, Etiopía y Eritrea.
Lo resume todo el esqueleto con guadaña que monta un corcel pálido, la muerte. Es la reina indiscutible estos días en Somalia. Los caminos están llenos de cadáveres que, después de caminar durante muchos días, no han logrado llegar a los campos de refugiados. Entre los que serán pasto de los buitres sobresalen los mas débiles, los niños y los ancianos, bueno, es un decir, porque la esperanza de vida allí es de poco mas de cuarenta años.
Pero el peor de los jinetes es el del caballo blanco, el que porta arco y flechas y lleva corona. San Irineo decía que era la representación de la triunfante propagación del Evangelio, pero a nosotros nos parecen mas acertadas las opiniones que lo asocian con el anticristo o con Satanás. Es el que dirige el grupo y permite que los otros actúen. Hoy, sin duda, es el imperialismo.
Porque, gran parte de las desgracias que padece África tienen relación directa con la intervención de Occidente. En el pasado no demasiado remoto, belgas, holandeses, alemanes, españoles, etc, hicieron de las suyas, incluyendo el trazado de fronteras a capricho, hoy dirigen el cotarro EE UU y Francia. El imperialismo arma a los señores de la guerra hasta los dientes para, mientras, llevarse las materias primas o los minerales estratégicos. La última fechoría ha sido comprar a precio de ganga inmensos territorios para llenarlos de cultivos transgénicos para la elaboración de biocombustibles. Ahora, con lágrimas de cocodrilo, se lamentan por la muerte de tantos inocentes.
Hace unos cuantos años, una experta en el drama africano nos decía que no servía de mucho enviar alimentos, que para acabar con el hambre, por ejemplo, eran mas eficaces las píldoras anticonceptivas. Es cierto que a las penurias se une el déficit cultural y que la ayuda y colaboración debe prolongarse, pero no podemos perder el tiempo filosofando mientras miles de personas agonizan.
El Gobierno español ha donado de forma urgente más de 20 millones de euros para atajar la hambruna en Somalia, esta vez no es otra ocurrencia ni un despilfarro de Zapatero. En contraste, se sigue colaborando con la intervención de la OTAN en Libia, que está provocando otro drama humanitario, porque en el país Norteafricano había cerca de 2 millones de inmigrantes de los países mas pobres de África.
Estos días el Papa visitará España y debería hablar mucho sobre todo esto, pormenorizando en las causas y los culpables.

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