jueves, 18 de agosto de 2011

EL CRACK DE SEPTIEMBRE

El 13 de julio anunciábamos que en septiembre el mundo estaría al borde de la quiebra y por desgracia los acontecimientos llevan camino de darnos la razón. No es que tengamos gustos masoquistas o afición por los anuncios catastrofistas, como no los teníamos en septiembre de 2.007, cuando alertamos del estallido de la crisis, que eclosionó en la primavera del 2.008.
Pero hay indicadores inequívocos que apuntan en la dirección de que el tercer embate de la crisis (el segundo llegó con el problema de la Deuda) está muy cerca y puede ser el que, definitivamente, ponga patas arriba el entramado socio-económico mundial heredado del siglo XX.
El cínico gatopardismo de los Gobiernos, es decir, cambiar algo para que todo siga igual, no ha funcionado. No se han acometido verdaderas reformas estructurales, no se ha apostado por la revolución tecnológica, ni se ha solucionado el problema de sobreproducción industrial, que se viene arrastrando desde los años 70. Lo único que se ha hecho es todo un rosario de medidas que han disminuido, aún más, el poder adquisitivo de los ciudadanos, precisamente la causa de que estallara la burbuja de las hipotecas basura.
Como en septiembre de 2.007, hay otros síntomas que anuncian la grave enfermedad de la economía mundial. El informe “Perspectivas alimentarias” de la FAO es terrorífico. A pesar de que en algunos países han mejorado las cosechas de cereales ( Rusia y Ucrania, por ejemplo, han levantado la prohibición de las exportaciones) el total del grano producido apenas llega para cubrir el consumo. Si en un año los precios de los productos básicos han aumentado un 37%, el de los cereales ha sido del 70%. El informe explica que el descenso de las existencias y el escaso aumento de la producción en la mayoría de los cultivos (arroz, trigo, cebada y maíz, principalmente) provocan la situación de precios elevados, que pone en peligro a los países con menos recursos y con más necesidad de alimentos. También es alarmante el incremento de los precios de algunas materias primas, algo que solo encuentra explicación en que el dinero está buscando refugio en activos no perecederos ni volátiles, porque la demanda de la industria ha caído en picado. Habíamos dicho que el precio del oro llegaría muy pronto a los 2.000 dólares la onza, bien, hoy también lo ha manifestado el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, que ha anunciado la nacionalización de los recursos auríferos. El excesivo endeudamiento de Occidente, particularmente de los EE UU y Europa, y las malas perspectivas económicas han logrado que cunda el pánico y que los inversores huyan de los bolsas buscando refugios mas seguros. La consecuencia es que muchas empresas han perdido en muy poco tiempo una gran parte de su valor, pero aún no han visto nada.
La bajada del precio del petróleo, a pesar de que estamos en época estival y del conflicto en el Norte de África, es la prueba del nueve de que la recesión es un hecho.
Las subidas de impuestos, la caída de la inversión pública y privada y las dificultades y encarecimiento de los créditos, configuran un cóctel explosivo donde se une la alta inflación al derrumbe del mercado y, en consecuencia, el casi nulo crecimiento, con el consiguiente aumento del paro.
¿Ocurrirá como en 1.929, cuando fueron los Parquets los escenarios del comienzo de la Gran Depresión?, ya lo veremos, pero ahora hay una gran diferencia con aquella y otras crisis del sistema capitalista, no estamos en un ciclo, asistimos al comienzo de su final, al menos como se ha entendido hasta ahora.

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