domingo, 20 de junio de 2010

SARAMAGO Y LAS RECETAS NEOCON


Hay unas cuantas cosas que me gustan de José Saramago, por supuesto sus libros, también que era uno de los pocos personajes influyentes que hablaba a menudo de la Península Ibérica como un ente social y cultural diverso pero único en muchas de sus peculiaridades y que solía quejarse de que dos países hermanos, como España y Portugal, no tuvieran una relación mucho mas estrecha. Pero lo que yo mas admiraba del portugués, conejero de adopción (residía en Lanzarote), era su pensamiento político ajeno a los vaivenes temporales, a las modas y a las mentiras y su inquebrantable compromiso con la justicia social. Dicen que ha sido la grave enfermedad que padecía la que le ha llevado a la tumba, puede que también su ya avanzada edad, quien sabe, quizá también ayudaron los anuncios de las nuevas recetas "neocon", contemporáneos Ditalco, Audax y Minura que ni el mas valiente Viriato de nuestros días puede resistir. Nos queda el consuelo de que Roma, el capital, tampoco esta vez acabe pagando a los traidores.
La gente sigue sin reaccionar, mientras los apóstoles de las políticas derechistas continúan, con un frenesí que ya quisiéramos para otras iniciativas imprescindibles, con sus ataques contra las conquistas sociales que tanto esfuerzo costó conseguir. Están gestionando la crisis los mismos que le han creado, tomando medidas que saben no van a servir para resolverla (no hay píldoras capaces de curar la enfermedad terminal del capitalismo), pero que, en la larga agonía que espera al sistema imperante, irán salvando el trasero y salvaguardando los intereses de los que tienen la sartén por el mango durante el mayor tiempo posible, a costa de la mayoría de ciudadanos, naturalmente.
La desvergüenza no tiene límites, los mismos que hace muy poco enarbolaban las banderas de la izquierda, ahora abrazan las recetas de la mas rancia derecha, no solo los políticos, también pseudointelectuales, voceros y medios afines han dado la vuelta a sus principios como se da a un calcetín.
A pesar del vil asesinato de Viriato, Roma acabó cayendo presa de sus propios errores, quizá hoy sea un buen día para acoger en nuestro pensamiento y nuestro corazón a dos lusitanos valientes.

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