sábado, 12 de junio de 2010

EL GRAN ESTADISTA


Dentro de poco concluirá la presidencia de turno española de la UE, que habrá pasado sin pena ni gloria, desaprovechando una ocasión de oro para llevar a foros internacionales iniciativas y debates imperativos para resolver los problemas que Europa y el mundo tienen planteados. Pero, lo que no hay narices para decir fuera se dice en casa, eso sí, solo rodeado de los compañeros de partido. Anteayer, entre los discursos que algunos destacados socialistas pronunciaron con ocasión de la conmemoración del 100 aniversario de la elección de Pablo Iglesias como diputado, sobresalió el de Zapatero. Con una oratoria de izquierda, el presidente defendió con énfasis la Europa del Estado de Bienestar y de los derechos de los trabajadores frente a la dictadura del mercado. Estuvo bien, lástima que esas cosas solo se digan en foros de este tipo y en realidad, en la praxis, se haga lo contrario. También intervino D. Felipe González, con su palabra fácil y su gracejo. González va por la vida ejerciendo de gran estadista, repartiendo consejos a diestro y siniestro, esta vez le tocó a D. Jose Luis. Habló bonito el ex-presidente, pero ya le conocemos. Los que hemos padecido en nuestras carnes las políticas de Boyer y Solchaga, hemos visto los escándalos protagonizados por sus subalternos, los engaños para meter a España en la OTAN, los bombardeos de Yugoslavia sin mandato del Consejo de Seguridad de la ONU, o como se iba de rositas en el asunto de los GAL, mientras la cúpula de Interior entraba en la cárcel, los que hemos evaluado lo que nos ha costado su moratoria nuclear, energía que ahora, en nombre de un conocido grupo de presión, defiende, no nos embarcaríamos con él ni para cruzar el río Piles. Digan otros lo que quieran, ni González ni Zapatero pasarán a la historia como estadistas, ni siquiera como buenos administradores públicos.
Felipe González explicó a Zapatero que el problema no era tomar medidas duras contra los asalariados o los pensionistas, solo saber explicarlas bien. El problema, sin embargo, también está en la falta de credibilidad del presidente, dentro o fuera de la política no se debe ser un derrochador ni un veleta, aunque peor es ser un mentiroso.
Cada vez queda menos para que conozcamos hasta donde va a llegar la Reforma Laboral, ya sabe usted, el abaratamiento del despido, pero de la pseudoizquierda nos tememos lo peor. Los trabajadores lo van a pasar mal, porque lo que quieren los empresarios, y a eso se ha apuntado este Gobierno, es sustituir empleo estable, con remuneraciones decentes, por precario con sueldos de miseria. Pero como estas medidas no van generar empleo, ni van a terminar con la crisis, es más, con la pérdida de poder adquisitivo de millones de personas, la agravarán, nos estarán proporcionando un armamento dialéctico que usaremos profusamente en el futuro. Ya veremos donde se esconden luego los que van a aplaudir las nuevas agresiones contra la mayoría de los ciudadanos hasta con las orejas. En este sentido, sería estúpido que el PP se alineara en el parlamento con las tesis del Gobierno, con unas recetas que fracasarán, allá ellos.
Se aprovechará el debut de España el día 16 en el Mundial de Sudáfrica para ejecutar la fechoría largamente anunciada (ya sabe usted que el fútbol se ha convertido en el nuevo opio del pueblo), pero, en los próximos días, vendrán otras con las que solo se ha estado amagando. Desactivados los sindicatos, se volverá a retomar el asunto de las pensiones, está vez sin miramientos.
¿Habrá tomado Zapatero buena nota de los consejos de Felipe González? ¿usará el presidente la retórica con vaselina o, sin cortarse un pelo, mentirá a los españoles al estilo del gran estadista?, ya veremos.

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