sábado, 20 de marzo de 2010

LAS CAJAS DE AHORRO EN PELIGRO


La crisis financiera estalló cuando, por la pérdida continuada de poder adquisitivo de los ciudadanos, no se pudieron pagar los créditos. Los bancos, como agentes imprescindibles del sistema capitalista, hacía años que jugaban con fuego o, mejor dicho, con nuestro dinero. Se habían embarcado en negocios de muy alto riesgo, pensando que el crecimiento económico y la inflación galopante, pero encubierta, no tendrían fin. La burbuja inmobiliaria fue un gran recurso para que muchos se hicieran ricos en poco tiempo. Los bancos no podían quedar al margen del supernegocio. No se conformaron con financiar una parte importante de las viviendas a los compradores, los créditos superaban el total de la inversión, (claro, el precio de los pisos crecía a un 15% anual, no había, por tanto, problema), también se prestaba a las empresas del ladrillo cantidades de dinero que, ahora, a muchos dan escalofríos. Es decir, fueron los bancos el instrumento del que se sirvió el capital y los allegados al poder para poder llevar a cabo sus fechorías, por eso los políticos comprometidos con el sistema, ante el temor a la, nunca mejor dicho, bancarrota, acudieron raudos a tapar los agujeros de los compadres con dinero público. En EE UU algunas entidades que se habían dedicado a financiar excesivamente el sector inmobiliario no se pudieron sanear y desaparecieron. La banca española también estaba muy implicada en el sector de la construcción, pero tenía buenos resultados en Iberoamérica y grandes capitales en fondos de inversión y otros activos. Además disponía de un salvavidas que no existía en otros países y que se reveló providencial, los Fondos de Garantía de Depósitos, que el Gobierno reforzó de inmediato comprometiendo capital público. Otra cosa es la situación en las Cajas de Ahorros.
Las Cajas, que son la parte mas importante de la banca pública, en general no han estado gestionadas con base en los mismos criterios de riesgo que la banca privada. Han diversificado poco su negocio y se han tirado de cabeza a financiar al sector del ladrillo, incluidas empresas y clientes de hipotecas de muy dudosa solvencia. Muchas operaciones, además, han estado mediatizadas, cuando no dirigidas en la sombra, por los políticos de las CC AA y los ayuntamientos. La tasa de morosidad de las Cajas de Ahorro se ha cuadruplicado desde el primer semestre de 2.008, estando hoy muy por encima del resto de las entidades financieras. Conviene recordar que los fondos de inversión, planes de pensiones y seguros no están cubiertos por los Fondos de Garantía de Depósitos y que estos solo cubren 20.000 euros. El presidente Zapatero elevó los FGD hasta los 100.000 millones de euros pero, aunque fuese cierta su existencia, no sería suficiente.
En estos momentos es probable que la deuda de las empresas inmobiliarias con la banca y las Cajas de Ahorros esté en torno a los 300.000 millones de euros, la mayoría incobrables, pero solo se reconocen 97.500 millones. Sin embargo, en los balances, se siguen computando como activos. La magnitud del problema no ha trascendido a la opinión pública con toda su crudeza porque no interesa a ninguno de los dos grandes partidos, responsables últimos de la pésima gestión. Hay maniobras para intentar la salvación en Caja Madrid y en Caja Castilla-La Mancha, pero también están en serias dificultades Cajaduero, Cajasur, Caja Cantabria, Caja Rioja, Caja España, Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) y, como no, Caixa Catalunya. A pesar de fichar a presidentes de relumbrón, como Rato, y de fusiones y maniobras de todo tipo para intentar "salvar los muebles", no se podrán hacer milagros y los números acabarán imponiendo su ley.

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