Cuando, al poco tiempo de ser nombrada ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez manifestó que se prohibiría fumar en todos los locales públicos, pensamos que ya era hora que alguien tomara alguna iniciativa seria contra el consumo de drogas en España (el tabaquismo mata en nuestro país a 55.000 personas al año) pero ya hemos visto que era un espejismo y que su labor, como en sus trabajos anteriores como responsable de las relaciones políticas con América y como secretaria de Relaciones Internacionales, seguramente también será gris. El Ministerio de Sanidad lleva mucho tiempo sin atacar todo el tinglado relacionado con la drogodependencia, incluso antes de la llegada del PSOE al poder, lo mismo sucede en las CC AA que, como saben, tienen transferida esta competencia.
Muchos europeos, cuando visitan España, les cuesta trabajo creer lo que ven. Pueden escuchar a cualquier pelandrusca en un programa televisivo diciendo con quién se ha acostado, sin que le pase nada, o ver correr el alcohol y las drogas bajo el beneplácito de las autoridades, de los políticos. En la Junta de Andalucía, por ejemplo, tienen una unidad especial que se dedica al apoyo de la drogadicción. Van a los barrios donde se vende la heroína, la cocaína y todo el surtido de psicotrópicos y pastillas y esperan a la salida de las casas, donde se expende con total impunidad, para proporcionar, con cargo a nuestros impuestos, papel de aluminio, jeringuillas e instrucciones de como drogarse mejor a los consumidores. Seguramente usted, como yo, piense que lo cabal sería detener a los que venden la droga, ponerlos una muy larga temporada a la sombra y dar tratamiento médico a los drogadictos, pues va a ser que no.
Nuestro país se ha convertido en un chollo para el hampa, para las organizaciones mafiosas, para los narcotraficantes, mientras nuestros gobernantes miran para otro lado. Todo el mundo conoce donde se venden las drogas pero la policía no actúa porque tiene órdenes de no hacerlo. El tráfico, que casi estaba monopolizado por los gitanos, sobre todo en ciudades como Madrid o Sevilla, está siendo asumido por bandas internacionales mucho mas peligrosas y violentas, donde las drogas solo son una parte importante de sus actividades, entre las que también sobresale la prostitución y la "trata de blancas". Uno no sabe donde se meten estas ministras, tan feministas ellas, del Gobierno socialista cuando hablamos de estos ghettos donde son explotadas mas de 400.000 mujeres.
Pero si hay alguna droga con la que las autoridades no solo hacen la vista gorda, todo lo contrario, colaboran a su difusión y consumo, es el alcohol. No se persigue de forma ejemplar la venta a menores, no se hace nada para impedir la venta de bebidas alcohólicas adulteradas o falsificadas, el comúnmente conocido "garrafón", no se controlan los horarios de cierre de los locales nocturnos y, para colmo, se organizan macrobotellones para que los jóvenes se emborrachen como cerdos. El último el que se celebró el viernes 19 de Marzo en Granada, patrocinado por aquel ayuntamiento, donde participaron cerca de 20.000 personas.
Como muy bien saben los profesionales de la medicina, ya empiezan a llegar a las consultas treintañeros con graves problemas de alcoholemia, con un muy alto porcentaje de mujeres. Son los primeros de una larga lista si no se actúa con contundencia desde ya mismo.
Corre el rumor de que al poder le interesa la idiotez de la gente, que los jóvenes no se dediquen a pensar y puedan ser conscientes de lo que les aguarda. Nosotros no creemos en tales maquinaciones maquiavélicas, eso sí, constatamos la irresponsabilidad y la ineptitud de quienes nos gobiernan.
Algunos ayuntamientos, como el de Gijón, con su iniciativa de "Abierto hasta el amanecer" o el de Llanes, prohibiendo, de verdad, el consumo de alcohol en las calles, han puesto su grano de arena en una lucha que nos compete a todos, pero no es suficiente. Esperamos que, tanto el Gobierno del Estado, como los de las CC AA y las corporaciones locales, actúen con firmeza contra estos gravísimos problemas que están poniendo en grave peligro la salud de los ciudadanos y de la sociedad.
Muchos europeos, cuando visitan España, les cuesta trabajo creer lo que ven. Pueden escuchar a cualquier pelandrusca en un programa televisivo diciendo con quién se ha acostado, sin que le pase nada, o ver correr el alcohol y las drogas bajo el beneplácito de las autoridades, de los políticos. En la Junta de Andalucía, por ejemplo, tienen una unidad especial que se dedica al apoyo de la drogadicción. Van a los barrios donde se vende la heroína, la cocaína y todo el surtido de psicotrópicos y pastillas y esperan a la salida de las casas, donde se expende con total impunidad, para proporcionar, con cargo a nuestros impuestos, papel de aluminio, jeringuillas e instrucciones de como drogarse mejor a los consumidores. Seguramente usted, como yo, piense que lo cabal sería detener a los que venden la droga, ponerlos una muy larga temporada a la sombra y dar tratamiento médico a los drogadictos, pues va a ser que no.
Nuestro país se ha convertido en un chollo para el hampa, para las organizaciones mafiosas, para los narcotraficantes, mientras nuestros gobernantes miran para otro lado. Todo el mundo conoce donde se venden las drogas pero la policía no actúa porque tiene órdenes de no hacerlo. El tráfico, que casi estaba monopolizado por los gitanos, sobre todo en ciudades como Madrid o Sevilla, está siendo asumido por bandas internacionales mucho mas peligrosas y violentas, donde las drogas solo son una parte importante de sus actividades, entre las que también sobresale la prostitución y la "trata de blancas". Uno no sabe donde se meten estas ministras, tan feministas ellas, del Gobierno socialista cuando hablamos de estos ghettos donde son explotadas mas de 400.000 mujeres.
Pero si hay alguna droga con la que las autoridades no solo hacen la vista gorda, todo lo contrario, colaboran a su difusión y consumo, es el alcohol. No se persigue de forma ejemplar la venta a menores, no se hace nada para impedir la venta de bebidas alcohólicas adulteradas o falsificadas, el comúnmente conocido "garrafón", no se controlan los horarios de cierre de los locales nocturnos y, para colmo, se organizan macrobotellones para que los jóvenes se emborrachen como cerdos. El último el que se celebró el viernes 19 de Marzo en Granada, patrocinado por aquel ayuntamiento, donde participaron cerca de 20.000 personas.
Como muy bien saben los profesionales de la medicina, ya empiezan a llegar a las consultas treintañeros con graves problemas de alcoholemia, con un muy alto porcentaje de mujeres. Son los primeros de una larga lista si no se actúa con contundencia desde ya mismo.
Corre el rumor de que al poder le interesa la idiotez de la gente, que los jóvenes no se dediquen a pensar y puedan ser conscientes de lo que les aguarda. Nosotros no creemos en tales maquinaciones maquiavélicas, eso sí, constatamos la irresponsabilidad y la ineptitud de quienes nos gobiernan.
Algunos ayuntamientos, como el de Gijón, con su iniciativa de "Abierto hasta el amanecer" o el de Llanes, prohibiendo, de verdad, el consumo de alcohol en las calles, han puesto su grano de arena en una lucha que nos compete a todos, pero no es suficiente. Esperamos que, tanto el Gobierno del Estado, como los de las CC AA y las corporaciones locales, actúen con firmeza contra estos gravísimos problemas que están poniendo en grave peligro la salud de los ciudadanos y de la sociedad.
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