jueves, 1 de febrero de 2018

¿QUÉ PASA EN PORTUGAL?

Cuando, después de las elecciones generales del 23 de octubre de 2.015, el secretario general del Partido Socialista de Portugal (PSP), António Costa, logró formar Gobierno con mayoría parlamentaria gracias al apoyo del Bloco de Esquerda (similar a Podemos) y los comunistas del PCP, fueron muchos los que daban a ese Ejecutivo dos telediarios, los mismos dos telediarios que le dieron al Gobierno heleno de Alexis Tsipras, que todavía, aunque navegando entre las minas que le dejaron, sigue ahí. Si lo que había sucedido en Grecia fue inevitable por la pésima situación social del país, el triunfo de la izquierda en Portugal ya no era una singularidad, por mucho que en Europa la derecha fuera tomando el poder en casi todas las cancillerías. Lo harán tan mal que los portugueses se arrepentirán de lo que han votado y los echarán a gorrazos, se dijeron algunos. Pero, no fue así.
Portugal es hoy uno de los países que más crece de la Unión Europea (en los Presupuestos de 2.018 hay previsto un crecimiento del 2,2%) y se espera reducir el déficit en este ejercicio solo al 1%, para poder meter mano a la gigantesca Deuda Pública que dejó la derecha). Pero, lo más espectacular es que desde que gobierna la izquierda el paro en Portugal ha bajado nada menos que un 37% y en estos momentos es el más bajo desde hace siete años. Pero, los innegables logros que el Gobierno portugués ha conseguido en tan breve espacio de tiempo no se deben a políticas de ajustes duros, como han implementado los Gobiernos de derechas en otros países, sino a políticas expansivas o, si usted quiere keynesianas. António Costa, un hombre con larga experiencia política y de gestión en el país vecino, que ocupó en el pasado ministerios y fue alcalde de Lisboa, ha sabido convencer a sus socios de Gobierno de la necesidad de tomar algunas medidas que eran imprescindibles cuando llegó al poder y se encontró con un país en bancarrota, como permitir que a los deudores al fisco y la Seguridad Social que se pusieran al día se les perdonarían las multas y los intereses de demora. Eso procuró unos recursos preciosos en un momento económico muy delicado. Al contrario que en España, los salarios subieron y para los presupuestos del 2.018 se contempla elevar los salarios de los funcionarios y de las pensiones, en algunos casos por encima incluso de la inflación prevista. También se prevé una reducción del IRPF a las rentas más bajas y subidas de impuestos a las grandes empresas. No han sido ni están siendo políticas del Gobierno portugués las subidas generalizadas de impuestos, al contrario que en España, donde ningún Gobierno ha subido tanto los impuestos, IVA incluido, como los de Rajoy. Eso ha llevado a algún encontronazo de António Costa con sus socios del Bloco de Esquerda que querían subir los impuestos hasta a las energías renovables, pero no ha llegado la sangre al río. Tan bien lo está haciendo el Gobierno portugués que los presupuestos para 2.018 también los han apoyado Los verdes y los animalistas del PAN, además de las fuerzas de izquierda que gobiernan con los socialistas. En estos Presupuestos figuran algunas medidas sociales que no se ven por estos lares, como extender el bono social eléctrico al gas natural y el gas butano, más libros de texto gratuitos en las escuelas públicas, reducción del ratio de alumnos por aula en la enseñanza básica y descuento de un 25% en los transportes públicos a todos los ciudadanos (niños y jóvenes) entre cuatro y dieciocho años de edad.

No estaría de más que las formaciones de izquierda españolas se acercaran a saludar a sus homónimos portugueses y les pidieran consejos, desde cómo llevarse bien y ser capaces de formar un Gobierno y una mayoría parlamentaria hasta tomar las medidas necesarias para sacar este país adelante. Mucho peor estaba Portugal y ya vemos todos lo que está pasando allí; aunque no todo lo han gestionado bien nuestros vecinos, como los pavorosos incendios, la mayoría provocados, que asolaron, con muchas víctimas, en repetidas ocasiones Portugal.

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