Varias fuentes coinciden en
señalar que cientos de miles de inmigrantes subsaharianos, algunas apuntan que
pueden ser medio millón, han cruzado en las últimas semanas desde Libia hasta Marruecos
a través de Argelia y que están esperando la mejora de las condiciones
meteorológicas para pasar a España en pateras. Si en el Norte de Marruecos, la
zona más pobre del país, ya había un floreciente negocio de tráfico de drogas
hacia España, especialmente de hachís, las mafias tienen ahora otro mucho mejor
y menos arriesgado, el del tráfico de seres humanos ¿Qué tendrá que ver esto
con Italia? pues mucho. Recordará usted que en Libia hubo una guerra, una
guerra para “llevar allí la democracia”, nos dijeron entonces. La Libia de Al Gaddafi
era el segundo país en renta per cápita de África, solo superado por las Islas
Canarias y las ciudades españolas de Ceuta y Melilla (espero que nadie descubra
ahora que España, además de europeo, es también un país africano, por eso
nuestro Rey asiste a las Asambleas de la Unión Africana, donde España tiene
asiento como observador permanente y donde puede ingresar como miembro cuando
quiera). Recordará usted también quién gobernaba entonces en España, el PSOE de
Zapatero, y quienes, junto con ese partido, votaron a favor de ir a la Guerra
de Libia junto con otros países de la OTAN, no todos, porque Alemania, por
ejemplo, se negó. La cuestión no es baladí, porque son precisamente los que
decidieron quitar de en medio a Al Gaddafi los que ahora están más compungidos
por los inmigrantes que mueren en el Mediterráneo intentando llegar a Europa y
los que nos van a pedir, en plena invasión migratoria, que acojamos a toda esa
gente, que la acoja el país del mundo que más inmigrantes ha recibido en los
diez últimos años, que tiene una tasa de paro por encima de los tres millones
de personas y la mayor Deuda desde la Guerra de Cuba, casi del 100% de su PIB. No debemos olvidar que en la Libia de Al Gaddafi trabajaban dos millones
de inmigrantes subsaharianos.
La primera vez que escuché lo de “pichí”
no sabía a qué se referían. Luego me enteré que así se pronunciaba en italiano
PCI. El Partido Comunista Italiano era el único partido comunista de Europa Occidental
hegemónico en la izquierda, y lo fue todavía más cuando se desintegró, en medio
de un escándalo de corrupción, el PSI de Bettino Craxi. Los comunistas
italianos incluso hubieran llegado al poder gracias a aquello que se dio en
llamar “El Compromiso Histórico”, pero que una “mano negra” impidió con el
asesinato del primer ministro democristiano Aldo Moro. Pero, el PCI, como luego
haría la socialdemocracia europea, empezó un camino que le ha llevado a la
minimización. La izquierda en Italia, en verdad, prácticamente no existe,
porque el Partido Democráta de Matteo Renzi tiene muy poco de izquierda. Eso ha
permitido que emergieran pintorescas fuerzas como el Movimiento Cinco Estrellas,
del que fuera payaso, Beppe Grillo, y que un tipo tan impresentable como Silvio
Berlusconi llegara en su día al poder. Pues bien, cuando la izquierda pierde
todo contacto con la realidad no solo gana la derecha, se va un paso más allá,
gana el fascismo. La ultraderecha europea ha descubierto que la gente está muy
preocupada por el fenómeno de la inmigración masiva y ha arrimado esa ascua a
su sardina. Mucha gente no se ha querido enterar que el Brexit y lo que ha
pasado en Austria está íntimamente ligado a este fenómeno y la ascensión de la
ultraderecha en Alemania, Francia, Holanda, Suecia, etc, también. Por eso, y no
por otra causa, ganó Donald Trump las elecciones en los EEUU. El día 4 de marzo
hay elecciones generales en Italia y la derecha se presenta a ellas en una
coalición de cuatro partidos que incluyen a los neofascistas de la Liga Norte.
No es una casualidad que el eslogan de los de Milán sea “Los italianos primero”,
como el de Trump fue “América primero”. Italia ha cortado la ruta que iba desde
Libia hasta la isla de Lampedusa, una ruta que llevó al país transalpino a centenares de
miles de inmigrantes. Ahora la invasión será por el Estrecho de Gibraltar y España
no está preparada, en ningún sentido, para ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario