Los ciudadanos del mundo ya
estábamos acostumbrados a que las naciones de este planeta estén gobernadas por
irresponsables, cómo, sino, podríamos entender la loca acumulación de los
arsenales nucleares y que no se ponga freno, de verdad, al calentamiento
global que ya está poniendo en grave riesgo la Biosfera. Pero, una nueva casta está
irrumpiendo con fuerza en los Gobiernos, en los puestos de dirección de las
grandes corporaciones industriales, en los medios de comunicación y en los
organismos que “cortan bacalao”, la cofradía de los imbéciles. Arturo Pérez-Reverte
suele decir, y tiene más razón que un santo, que no hay cosa más peligrosa que
un imbécil, pues bien, los idiotas han llegado al poder y sus fechorías nos pueden
costar muy caras. Ni los guionistas de Los Simpson pensaron nunca en serio que
un tipo como Trump llegaría a presidente de los EE UU y a ninguna persona cabal
se le habría pasado por la imaginación que se podía montar una carísima y muy contaminante
“misión” espacial, como la del cohete “Falcon Heavy”, de la empresa privada
SpaceX, para enviar a Marte (finalmente la cosa no salió bien) una maqueta, con maniquí incluido, de un automóvil
de la marca Tesla, del mismo dueño. Un capricho de un multimillonario que hace coches eléctricos
solo para millonarios. Los idiotas llegan al poder y se ciscan en los
trabajadores honrados y en los héroes, astronautas norteamericanos y
cosmonautas rusos, que arriesgaron sus vidas, e incluso las dieron, en la
conquista del Espacio. No es este un gran paso para la Humanidad, precisamente.
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