Además de los tradicionales
problemas que más preocupan a los españoles, como el paro y la corrupción, hay
otros que también les preocupan mucho pero que no llaman tanto la atención ni
en las encuestas precocinadas, como la del CIS, ni aparecen casi nunca en la mayoría de foros y
debates. Si somos conscientes de que la opinión pública es muy influenciable, e
incluso manipulable, por eso se inventó la propaganda, y de que la gente casi siempre
se apunta a lo que parece interesar a la mayoría, deberíamos analizar los datos
que reflejan las encuestas desde una perspectiva lo menos mediatizada posible.
Entre los datos que nos ha
servido la última encuesta del CIS se encuentran los que afectan a los partidos
políticos, intención de voto, valoración de sus líderes, etc. No debe ser una
sorpresa para nadie que Ciudadanos, el partido de Albert Rivera, se alce al
tercer puesto, por delante de Unidos Podemos y amenazando al PSOE y al PP. Todo
el mundo sabe que eso no hubiera sido posible sin todo lo que ha pasado y está
pasando en Cataluña. Es decir, Ciudadanos lo ha hecho bien allí y todos los demás,
aunque unos más que otros, la han cagado. Pero, hacer autocrítica y reconocerlo
cuesta mucho. Yo no calificaría a Ciudadanos, ni a Podemos, como partidos
emergentes, sino como partidos coyunturales, me explico: estas formaciones políticas
han aparecido en circunstancias muy concretas, unos en su lucha contra los
nacionalistas en Cataluña y otros erigiéndose en bandera de la indignación que
provocó el estallido de la crisis, pero, a nadie se nos escapa que si estos
factores de influencia, si estas causas, desaparecieran unos y otros también desaparecerían,
porque su espacio político ya está ocupado por el PP, en un caso, y por IU, en
el otro. Fueron esas coyunturas concretas y la obtención de votos
transversales, muy poco ideologizados, los que los hicieron crecer. Algo
parecido sucede con los partidos nacionalistas ¿en qué se diferencian
ideológicamente el PNV y la antigua CIU del PP? pues en nada, porque coincidían
y coinciden en el Congreso de los Diputados y en Estrasburgo en casi todo, solo
se diferencian en su sesgo soberanista. Pero, los partidos nacionalistas no son
formaciones políticas coyunturales, porque ese sentimiento de diferenciación
puede durar cuasi eternamente en Cataluña y País Vasco. El problema de los partidos coyunturales es que tienen muy poca capacidad de adaptarse a los
cambios y asentarse y el efecto suflé opera en ellos de forma inmisericorde. Ya
veremos lo que dicen las encuestas del CIS de Ciudadanos, si se normaliza la
situación en Cataluña, dentro de dos años, cuando tengamos elecciones
generales, sobre todo si siguen manteniendo iniciativas como la “mochila
austriaca”, es decir, que los trabajadores se paguen su propio despido, algo
que tenían en su programa y que habían pactado implementar en el acuerdo de
Gobierno de 66 puntos que firmaron con Pedro Sánchez, acuerdo que IU y Podemos
se negaron a suscribir y por el que han sido injustamente criticados.
La suerte que tienen todos los
partidos políticos en España, los tradicionales y los coyunturales, es que no
han aparecido aquí, al contrario que en otros países de Europa, partidos
verdaderamente populistas, es decir, que se apoyen en problemas que preocupan
muchísimo a la gente, y que les van a preocupar durante mucho tiempo, aunque no
siempre aparezcan los primeros en las encuestas del CIS. ¿Se imagina usted que
apareciera un partido que defendiera casi exclusivamente a pensionistas y
jóvenes, PPJ? ¿Se imagina usted un partido, que no fuera de extrema derecha (en España
estamos vacunados contra eso), que defendiera con énfasis poner coto a la
inmigración masiva e incontrolada? habría un terremoto político, el mismo
terremoto que ha sacudido Austria, Reino Unido, EE UU y otros países.
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