domingo, 4 de febrero de 2018

¿LEGALIZAR O ILEGALIZAR LA PROSTITUCIÓN?

La pregunta tiene mucho sentido en estos términos, porque esta actividad en España se encuentra en un Limbo legal y opera en un mundo paralelo al margen de las normas y de la Ley. La cuestión es poliédrica, tiene muchas connotaciones y no es fácil de analizar sin tener en cuenta al menos las más importantes: prostitutas, rameras, putas, fulanas, furcias, zorras, busconas, cortesanas, mantenidas, etc, la historia de esta actividad es tan antigua que ninguna otra tiene tantos nombres en el diccionario de la RAE, pero, yo tengo serias dudas de que sea, como se suele escuchar, “la profesión más antigua del mundo”, seguramente es más antigua la de los proxenetas.  Engels diría, con razón, como nos enseña en su libro “El origen de la familia, de la propiedad privada y del Estado”, que la prostitución está íntimamente relacionada con quien detenta el poder económico y Marx podría decirnos, con la misma filosofía de su obra maestra “El Capital”, que unas venden su cuerpo y otros/as su fuerza de trabajo. Así que, desde la izquierda, siendo conscientes de que a todos nos han obligado a ser un poco putas, hay que ser especialmente contundentes con este problema. Es imposible saber con certeza cuantas prostitutas hay en España, no se hacen censos de estas personas, pero son muchos los que opinan que su número estaría entre las 300.000 y 400.000, y tampoco hay estadísticas fiables de cuantos son los puteros (que esta es la madre del cordero) pero si hacemos un cálculo aproximado de los “servicios” diarios que como media hacen las prostitutas nos salen unos millones de españoles que regularmente pagan por hacer de todo a estas mujeres. Este es, a mi entender, el fondo de la cuestión, no solo porque no existiría la prostitución si no existiera su demanda, también que ninguna formación política se ha tomado este asunto en serio porque los que van a putas también votan y son muchos. El perfil de las prostitutas actuales en España nada tiene que ver con el de las que había hace 30 años. Hoy son en su mayoría extranjeras, muchas indocumentadas, procedentes de países pobres o con graves problemas económicos y sociales, como algunos países del Este de Europa (especialmente Rumanía y Bulgaria) países subsaharianos (Nigeria, Camerún, etc) y de algunas repúblicas iberoamericanas (Brasil, República Dominicana, Colombia, etc). Estas mujeres han llegado a nuestro país huyendo de la miseria, algunas engañadas y otras no, pero todas en manos de mafias que las explotan, drogan, golpean, amenazan a sus familias y trasladan, como si fueran ganado, por los más de 3.000 clubes de alterne que hay en España. El mayor prostíbulo de Europa (ni Rajoy ni los independentistas catalanes suelen sacar pecho de esto) se encuentra en La Junquera, Gerona, “El Paradise”, que así se llama el local, se extiende por 2.700 metros cuadrados, cuenta con 80 habitaciones y en el trabajan cientos de prostitutas, que atienden a los clientes que llegan en decenas de autocares todos los días desde  Francia, donde la prostitución está prohibida. Es imposible calcular la cantidad de dinero que mueve esta actividad económica y todo lo relacionado con ella, pero son cifras de infarto que escapan al control de Hacienda. Es precisamente esta una de las razones, aunque las suelen adornar con otras supuestamente beneficiosas para las putas, de los que piden legalizar la prostitución en España, no por casualidad, casi siempre hombres, al contrario de lo que han hecho otros países como Suecia y Francia, que han prohibido esta actividad y castigan a los clientes con fuertes multas. Afortunadamente, la mayoría de las mujeres y los movimientos feministas (con los que tengo serias discrepancias en algunas cuestiones pero a los que apoyo, sin ambages, en las que creo que son justas reivindicaciones) tienen claro que hay que prohibir la prostitución y lo tienen tan claro como que hay que mantener la prohibición de la maternidad subrogada, también llamada “vientres de alquiler”. ¡Ya está bien de explotar a las mujeres y ciscarse en ellas, en especial a las que no tienen donde caerse muertas!

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