Tras los pésimos resultados del
Partido Popular en las elecciones autonómicas catalanas, los peores de todos
los partidos políticos de ámbito estatal, no solo ha surgido la alarma, el
partido de Rajoy ha entrado en pánico, porque tanto las encuestas del CIS como
las de algunas empresas demoscópicas vaticinan un descalabro para el partido
del Gobierno en las próximas confrontaciones electorales. La última encuesta asegura
que Ciudadanos adelantaría al PP en Andalucía. Tremendo. Lo curioso es que ni
las izquierdas tienen un programa serio e ilusionante como alternativa al Partido Popular ni
Ciudadanos es una alternativa creíble, pues su heterodoxia y su praxis políticas
son muy poco coherentes, con una política de pactos asimétrica que tiene mucho
de oportunista y muy poco de rigurosa. Ciudadanos ha obtenido unos resultados
espectaculares en Cataluña porque fue el partido que con más énfasis y más
resolución se enfrentó a los independentistas y logró arañar votos del resto de
formaciones políticas no nacionalistas, pero no tiene experiencia de Gobierno
en ningún sitio importante y su programa político contempla cosas tan
pintorescas como la “mochila austriaca”, es decir, que los trabajadores de
paguen su propio despido ¿Cómo es posible que el PP, a la vista de lo que tiene
a su alrededor, caiga en picado en las encuestas? pues yo creo que son dos las
razones: por un lado ha aparecido otro partido de derechas que le disputa su
espacio electoral y por otro sus errores políticos, de gestión y de
comunicación. Mientras ha sido tradicional que la izquierda española se
presentara dividida a las elecciones, el PP lleva gozando desde hace muchos
años del monopolio electoral de la derecha, desde la ultraderecha hasta el centro-derecha,
si a eso sumamos que gracias a la actual ley electoral al PP un diputado le
costaba 50.000 votos y a IU, por ejemplo, 500.000 es diáfano observar lo fácil que lo
han tenido. Pero, la división del voto en la derecha que introduce la irrupción
de Ciudadanos es un torpedo bajo la línea de flotación de la hegemonía del
partido de Rajoy. Además, el Partido Popular, con una prepotencia y una ceguera
irresponsables, se ha cebado no solo en los trabajadores, con medidas como una
Reforma Laboral que ha precarizado el mercado de trabajo y bajado mucho los salarios,
también ha castigado a los pensionistas, entre los que tiene un nicho de votos
muy importante, que han visto como han empezado a perder poder adquisitivo en
cuanto ha repuntado la inflación. Si a todo esto añadimos los múltiples casos
de corrupción y la financiación ilegal del partido, tenemos la tormenta
perfecta ¿Lo tiene todo perdido el PP y se debe ir resignando a una larga etapa
fuera del Gobierno o incluso a su desaparición? pues eso depende de que no haya
movimientos internos disgregadores, con deserciones y traiciones, como le pasó
a la UCD y de que sean capaces de pedir perdón por sus muchas fechorías y
rectificar. Si el PP piensa engatusar a los electores con una subida de las
pensiones el año que viene o con alguna rebaja del IRPF, al estilo de Zapatero,
se va a equivocar mucho y eso no lo salvará del descalabro, sería necesario un
cambio en profundidad de políticas, de actitud y de caras, con una remodelación
amplia del Gobierno. En resumen, tienen que abrir las ventanas y que circule
aire fresco. El Gobierno del Partido Popular ha estado barriendo para los más ricos
y ha estado amparando a los defraudadores al tiempo que acababa con la hucha de
las pensiones y nos vendía como un éxito su gestión económica, la que ha
logrado que España tenga la Deuda más alta desde la Guerra de Cuba. Si ha
mejorado la tasa de paro ha sido porque la mayor competitividad y productividad
se ha cargado sobre las espaldas de los trabajadores, a su sacrificio, y no al
Gobierno del PP, se debe ese “éxito”. El Partido Popular tiene en sus manos su
propio futuro y tendrá que tomar medidas muy radicales para salvarse, como
entrar a saco contra la economía sumergida y el fraude fiscal para obtener
recursos para las pensiones, algo que ni las izquierdas se atreven a plantear, encauzar de una puñetera vez el problema de Cataluña o poner coto a la inmigración masiva, que tendrá un espectacular repunte en las
próximas primavera y verano ¿Será pedir peras al olmo? Ellos mismos.
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