España sigue en el punto de mira
de los terroristas yihadistas y a pesar de la buena labor que vienen haciendo
las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, de la colaboración internacional,
tanto de los servicios de inteligencia como policiales, y de que nuestro país
se encuentra en el nivel de seguridad cuatro, de un máximo de cinco, desde hace
meses, no debemos descartar que el día menos pensado podemos sufrir un atentado
de los mismos asesinos que han actuado, y actúan, en Siria, Irak, Afganistán,
Pakistán, India, Libia, Marruecos, el África Subsahariana, Filipinas,
Indonesia, China, EE UU o en varios países de Europa, como Rusia, Alemania,
Bélgica o Francia. A pesar de que frecuentemente vemos en los telediarios como
células terroristas son desarticuladas por la Policía y la Guardia Civil, no
debemos olvidar que nuestro país ya sufrió en sus carnes el zarpazo yihadista con
los atentados del 11M, que causaron cerca de 200 muertos y casi 2.000 heridos,
y que algo así de terrible podría volver a suceder.
Como he apuntado, son muchos los
países que, a lo largo y ancho del planeta, tienen que hacer frente al
terrorismo yihadista, pero no todos, ni mucho menos, responden de igual manera
a esa agresión. Algunos Estados no pueden responder adecuadamente porque no
tienen los medios necesarios para ello, otros porque su respuesta no está bien
orientada y dirigida y también los hay que, con total cinismo y desvergüenza,
quieren gestionar el caos en su beneficio y en unas partes combaten a los
terroristas y en otras, de tapadillo, los apoyan.
La respuesta de España a los
salvajes atentados yihadistas del 11M fue aumentar el estado de alerta y la
cooperación internacional, incluidas algunas misiones militares en apoyo de
Francia en Mali o enviando guardias civiles y militares españoles a formar a
las fuerzas iraquíes, pero, esa respuesta, como las de otros países, ni de
lejos está a la altura del problema. Todo el mundo sabe ya que algunas naciones,
en concreto Arabía Saudí y Qatar, financian a los terroristas y que otros, como
EE UU o Reino Unido, entregan armas a los regímenes feudales árabes a sabiendas
de que acabarán en manos de los grupos yihadistas, como sucedió, por ejemplo,
con los misiles anticarro de fabricación norteamericana TOW, que se entregaron
a Arabia saudí y acabaron en la Guerra de Siria. No solo eso, también es de
conocimiento público que una buena parte del armamento de antiguo Frente al
Nusra o del Estado Islámico procede de algún país de la UE, como Bulgaria, o de
otros a cuyo Gobierno se apoya aunque haya llegado al poder tras un golpe de Estado,
como Ucrania. Sin seriedad en la respuesta esta no puede ser realmente eficaz.
Algunos países sí se han
implicado a fondo en la lucha contra el terrorismo yihadista, bien porque ya es
un antiguo enemigo o porque han descubierto recientemente quienes son sus
verdaderos amigos. Me estoy refiriendo a Rusia y Turquía. Pero, España está en
la misma onda de los hipócritas ¿o ya no nos acordamos que fuimos a la Guerra
de Libia para poner allí “la democracia” y ahora ese país es otro feudo del Estado
islámico? ¿o ya se nos ha olvidado que retiramos a nuestro embajador en Damasco
mientras les vendíamos armas y trenes de alta velocidad a los saudíes?
España no ha dado la respuesta
adecuada al problema y tampoco tiene todos los medios para hacerlo. El estado
de nuestras FF AA es lamentable y no se podría mantener a una división mixta en
combate mas de quince días. Y no lo es menos el de la Policía y Guardia Civil.
Es patético, por ejemplo, ver a nuestros policías patrullar estos días por
Madrid portando fusiles CETME que tienen mas de 40 años y sin chalecos
antibalas, porque se los tienen que pagar de su bolsillo. Esperemos seguir teniendo
suerte y que no haya necesidad de tener que elevar la respuesta.
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