jueves, 29 de diciembre de 2016

ALERTA POR CONTAMINACIÓN EN MADRID

El Gobierno municipal de Madrid que preside la alcaldesa Manuela Carmena ha impuesto varias medidas de restricción del tráfico rodado, para salvaguardar la salud de los madrileños, ante las altas tasas de contaminación atmosférica que está provocando un gran anticiclón y la falta de viento y de lluvia. Entre esas medidas está el límite de velocidad en las vías de circunvalación a 70 km/h, el acceso a la ciudad de automóviles con matrículas alternas, la prohibición de circular por el centro de Madrid, etc. Eso no afecta a los vehículos con emisiones cero, a los automóviles híbridos ni a los taxis. Al mismo tiempo, para paliar en lo posible los efectos negativos sobre la movilidad de los ciudadanos, se ha incrementado la frecuencia de las líneas de autobuses, metro y trenes de cercanías. La activación de este protocolo se prolongará durante varios días, hasta que la situación meteorológica adversa cambie.
No es la primera vez que Madrid toma medidas contra la restricción del tráfico rodado para paliar los efectos nocivos de la contaminación atmosférica y también lo han hecho otras ciudades en España, como Barcelona, Valladolid y Oviedo y otras importantes de Europa, como París y Roma, pero es necesario resaltar que eso no sucedía hasta que cambiaron los gobiernos municipales. Aunque Pablo Iglesias y los suyos a veces pierdan el tiempo mirándose el ombligo, o discutiendo sobre el sexo de los ángeles, es una realidad que la aparición de esa formación política ha tenido consecuencias beneficiosas para la ciudadanía. Ni el SMI habría subido, ni se revisarían las peores consecuencias de la Reforma Laboral, ni los sindicatos hubieran empezado a mover el trasero, ni el bipartidismo podrá volver a modificar la Constitución sin referéndum nacional, ni, en fin, se hubieran tomado las medidas que estamos viendo en algunas ciudades españolas. Tanto es así que ayer mismo (28-12-2.016) los voceros políticos del PP y Ciudadanos en el Ayuntamiento de Madrid criticaban la implementación de los mismos protocolos que ellos aprobaron, en concreto cuando Ana Botella era la alcaldesa de la capital.
A la derecha le sienta muy mal que la izquierda se llame a si misma progresista ¿cómo si no se pudiera ser progresista y de derechas? dicen.  Pues, a los hechos me remito, va a ser que no. No es una casualidad que Donald Trump no crea en el cambio climático, como no lo era que tampoco creyeran en eso Rajoy y su primo y tampoco lo es que cuando todas las mediciones en Madrid sobre contaminantes nocivos ponen los pelos como escarpias los partidos de la derecha no quieran tomar ninguna medida al respecto. Pero, las medidas que ha tomado el Ayuntamiento de Madrid, obviamente, no resuelven el problema, solo intentan paliarlo. Son necesarias políticas estratégicas industriales y medioambientales que solo puede tomar el Gobierno del Estado o los de las CC AA.

En Asturias, la región con el aire mas contaminado de España junto con los núcleos urbanos de Madrid y Barcelona, el problema es otro. En el Principado no son los automóviles los principales responsables de la contaminación atmosférica, sino la actividad de industrias que incumplen reiteradamente las normativas sobre emisiones o de cinco centrales térmicas que queman carbón. En Asturias parece que solo Podemos tiene clara la problemática medioambiental, porque el PSOE hace de escudero y encubridor de los envenenadores e IU, que sí luchó como nadie contra la instalación de una macroincineradora en Serín, defiende la quema de carbón y las centrales electrotérmicas al mismo tiempo que pide impuestos verdes. A ver si somos un poco serios. Ante la inacción de las autoridades los asturianos se están movilizando y van a llevar a los responsables de poner en grave peligro su salud ante los tribunales. La defensora del pueblo ya ha abierto un expediente sobre la contaminación atmosférica en Avilés y los vecinos de la zona Oeste de Gijón van a pleitear con las pruebas evidentes de las nubes contaminantes, los depósitos de residuos que caen continuamente sobre sus cabezas o los vertidos que, con alevosía y nocturnidad, hacen algunas industrias sobradamente conocidas por sus fechorías. Por supuesto, hay gente que prefiere que todos vayamos con mascarillas, como en China, y a la que no parece preocuparle lo mas mínimo ni su salud ni la de sus hijos y sus nietos.

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