Uno de los argumentos esgrimidos por algunos creyentes para explicar la existencia de Dios es que necesariamente tiene
que haber una fuerza superior que gobierna el Universo, que mantiene el orden. “Los
planetas no se salen de sus órbitas”, “las estrellas no chocan”, “forzosamente
tiene que haber un Dios”, nos cuentan. Dejando al margen la
teología, desde el punto de vista científico también se han hecho grandes
esfuerzos para dar sentido al “orden universal”. Tanto la Ley de Gravitación Universal,
de Isaac Newton, como la Teoría de Relatividad General, de Albert Einstein, en
el fondo solo pretendían explicar ese “orden”. Pero, no es cierto que en el
Universo impere el orden, al contrario, reina el caos. Las estrellas y las
galaxias si chocan, los planetas si se salen de sus órbitas. Son las leyes
caóticas, las de la Mecánica Cuántica, las que rigen en el Universo y en ellas
hay que buscar la explicación a sus fenómenos y a su existencia.
El caos siempre ha dado miedo a
los humanos. La buena gente es la gente de orden, nos han dicho. ¿Quién no
recuerda aquella serie tan graciosa de los años 60 donde el superagente 86,
Maxwell Smart, y su compañera, 99, se enfrentaban a los malos, a “Kaos”. Pero, eso
era en la ficción, en la realidad ya hacía tiempo que las agencias de
inteligencia y los Gobiernos fomentaban el caos y lo gestionaban en su beneficio.
Cuando el problema de la
inmigración y de los refugiados ya es el pan nuestro de cada día en los debates
políticos y en las noticias de los medios de comunicación, nadie parece
plantearse ¿cual es su origen? ¿de dónde vienen esas personas? ¿quién gobierna
esos países? ¿quiénes ha azuzado esas guerras?. Pregúntelo usted a los que
llevan años fomentando el caos en África para robarles la soberanía y las valiosas
materias primas y minerales estratégicos.
Pero, la política del caos y de
explotar sus consecuencias en beneficio propio tuvo un salto cualitativo muy
importante tras la segunda guerra de Irak y tras la caída del régimen de Saddam
Hussein. Un país desde reine el desorden mas absoluto, donde los bombas y los
crímenes sean cotidianos, donde el Gobierno no pueda gobernar, donde, en fin,
impere el caos, es mas fácil de dominar, al menos eso piensan algunos. Por supuesto,
para conseguir eso hay que apoyar a los mismos terroristas que atacan tu propio
país y matan a miles de tus compatriotas. Con el cinismo mas absoluto, el apoyo
asimétrico a los terroristas, en un lugar los bombardeo y en otro les doy armas
y dinero, forma parte de la estrategia de gestión del caos.
Mientras que fuerzas de los EE UU
apoyan al Ejército Iraquí y a los milicianos perhmergas kurdos en el asedio a
la ciudad de Mosul, capital del Estado Islámico en Irak, esas mismas fuerzas, junto
con Francia, Reino Unido y los regímenes
feudales de la Península Arábiga, abastecen de armas y todo tipo de vituallas a
los huestes yihadistas que han regresado a Palmira. ¿De dónde sino han obtenido
los terroristas las sofisticadas armas, incluso pesadas, completamente nuevas, con las que han contraatacado, cuando la
frontera turca está ahora sellada? Existe una amplia zona de nadie al este de
Siria donde rusos y norteamericanos han acordado no realizar operaciones aéreas
para que no haya un enfrentamiento accidental. Pero allí, y en algunas zonas de
Irak, hay operaciones aerotransportadas occidentales para abastecer a los
yihadistas que se vienen desarrollando desde hace tiempo, como denunció en su
día el Parlamento iraquí tras el derribo por aviones Mirage iraquíes de dos Hércules
C-130 de Reino Unido cargados con armas para el ISIS.
Algunos juegan con la vida y la
muerte de las personas como nuevos dioses que quisieran gestionar el universo
de horror que han creado para beneficiarse. No tienen ni principios ni moral.
Pero, ya lo he dicho, el caos tiene sus propias leyes y su propia dinámica.
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