Con las nuevas tecnologías, la
difusión de las noticias y opiniones ha alcanzado un nivel difícilmente
imaginable hace pocas décadas y la manipulación del lenguaje, que siempre ha
existido, ha alcanzado cotas extraordinarias. Hitler y su ministro de
propaganda, Joseph Goebbels, se dieron cuenta de la importancia que tenía el
lenguaje y su manipulación para dominar a las masas. Es famosa la frase de
Goebbels de que una mentira mil veces dicha se convierte en verdad, pero no
tanto otras manipulaciones groseras que los nazis hicieron del lenguaje, como
cambiar la connotación negativa que tenía la palabra “fanatismo” para hacerla
atractiva. Quien haya tenido la oportunidad de escuchar los discursos de Hitler
recordará que el dictador nazi se refería frecuentemente al fanatismo dándole
un valor interesadamente positivo ¿quién no recuerda sus alusiones a la “valentía fanática” o
al “amor fanático por Alemania”? Pero, si Hitler, Mussolini y otros dictadores
han sido expertos manipulando el lenguaje y pronto se dieron cuenta de la
importancia que eso podía tener en los medios de comunicación de masas, como la
radio, los nuevos dictadores de guante blanco y los poderes fácticos que mandan en muchos Estados que se dicen democráticos se han revelado como
alumnos aventajados. La televisión se ha convertido en el medio de
información-manipulación mas potente y es en ella donde se trabaja a fondo la
construcción de una opinión pública mediatizada y manipulada a gusto de los que
detentan el poder. Pero no es solo en la televisión, por supuesto, también en
la radio y en los periódicos. Las noticias que llegan a los medios de
comunicación de masas vienen ya convenientemente adobadas y manipuladas por las
agencias de información y los periodistas y redactores (que son los primeros en
reconocerlo) frecuentemente se autocensuran para no perder su trabajo. Si un
periodista hace algo que vaya en contra de la línea editorial del medio para el
que trabaja se juega su cocido ¿Esa es la democracia que nos quieren vender?
Escuchará usted hablar de Europa refiriéndose a la Unión Europea, cuando Rusia, por ejemplo, es el mayor y mas poblado
país de Europa y, como todo el mundo sabe, no pertenece a la Unión. También habrá
escuchado hablar de “reformas” cuando en realidad son recortes, de “desaceleración
económica” en vez de crisis, de “devaluación competitiva de los salarios” en
vez de bajadas de sueldos, en fin, la lista de la manipulación del lenguaje es
interminable.
En los últimos tiempos la
manipulación se ha hecho mas sutil, pero igualmente eficaz. Ya lo hacen tan
bien que ninguno estamos vacunados contra los mensajes subliminales que, como
la lluvia fina, te van calando poco a poco hasta que estás completamente
empapado. Calificativos como “populistas” o “constitucionalistas” son
utilizados con aviesa intención para manipularnos. Pero, sin duda lo mas
asqueroso, lo mas vomitivo, en fin, lo mas ruin, es que la manipulación del
lenguaje defienda a los asesinos y minimice sus crímenes. Fueron famosas las declaraciones del expresidente José
María Aznar, que incluso había sido objeto de un atentado de ETA, cuando llamó “Movimiento
de Liberación Vasca” a esa organización terrorista cuando se estaban
produciendo negociaciones entre bambalinas. Pero, ahora mismo vemos y
escuchamos como los medios de comunicación occidentales llaman “rebeldes” a los
asesinos del antiguo Frente Al Nusra o del Estado Islámico, los mismos que mutilan,
decapitan, violan, crucifican o envían niños con cinturones explosivos para que
se inmolen.
El talón de Aquiles de la
manipulación del lenguaje es que cuando los individuos y/o los medios que lo utilizan son desenmascarados y, afortunadamente, todavía hay espacios de
democracia y libertad para denunciarlos, pierden toda credibilidad y la
credibilidad es muy difícil de recuperar.
FOTO: un "rebelde" del Frente Al Nusra asesinando a prisioneros del Ejército Árabe Sirio con un tiro en la nuca.
FOTO: un "rebelde" del Frente Al Nusra asesinando a prisioneros del Ejército Árabe Sirio con un tiro en la nuca.
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