Hoy es la fiesta de la
Constitución, se conmemora aquel 6 de
diciembre de 1.978 donde los españoles aprobaron en referéndum nacional nuestra
Carta Magna, una libretilla que tengo siempre a mano y en un sitio preferente
entre mis libros. Nació del consenso de todas las fuerzas políticas y de
hombres que por encima de sus ideologías tenían muy claro que debía primar el
interés de España y los españoles. Adolfo Suárez, el mejor presidente que ha
tenido este país en mucho tiempo, fue capaz de sacar adelante una Constitución
que es de las mejores y mas progresistas del mundo, por eso y por su compromiso
democrático le dieron tres años después un golpe de Estado que le apeó del
poder, no la tejerada sino el que le obligó a dimitir unas semanas antes de
aquel negro 23 de febrero.
La Constitución no es inmutable,
no son Las Tablas de la Ley, puede ser reformada y mejorada, pero mas
importante que actualizarla es que se cumpla. El derecho al trabajo, a una
vivienda digna o que todos somos iguales ante la Ley no se ha puesto en ella
para decorar.
PSOE y PP ya han modificado la
Constitución siguiendo el mandato, no del pueblo que la aprobó, sino de poderes
extranjeros y fácticos. Así se modificó el artículo 135 sin referéndum
nacional, algo legal, pero muy poco ético. Eso no puede volver a pasar.
En la actualidad hay un gran
debate, que no clamor popular, por reformar nuestra Carta Magna, pero,
sabedores de la catadura moral de quienes nos gobiernan, debemos estar
prevenidos contra lo que intenten modificar. Unidos Podemos ya ha dicho muy
clarito que no permitirá ninguna modificación constitucional sin consultar al
pueblo en referéndum nacional y que sus 71 diputados son ahora una pared
infranqueable para aquelarres en el Parlamento que soslayen la opinión de los
españoles.
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