viernes, 1 de diciembre de 2017

EL ESCÁNDALO DEL RECIBO DE LA LUZ

Si hay un asunto donde la inmensa mayoría de los ciudadanos, independientemente de nuestra ideología, pensamos igual, que nos están tomando el pelo y que lo llevan haciendo desde hace mucho tiempo, es el precio de la electricidad en España. Nuestro país ya era, junto con Chipre, el Estado de la UE donde la electricidad se pagaba mas cara, pero ahora, con la nueva subida del 10% que nos acaba de anunciar el ministro de Energía, Álvaro Nadal, seremos los líderes indiscutibles, aunque los salarios en España nada tienen que ver con los de Francia, por ejemplo, donde la electricidad, que se produce casi toda en centrales nucleares, cuesta la mitad que en España. Estamos hablando de un asunto vital, porque ya son muchas familias las que no pueden hacer frente al pago del recibo de la luz y muchos los hogares donde no se puede encender la calefacción, hogares con ancianos y niños. Eso sin contar la pérdida de competitividad de las empresas, que tienen que hacer frente a un gasto fijo desproporcionado. La factura eléctrica en España ha subido nada menos que un 80% desde el inicio de la crisis.
Coincide casualmente en el tiempo el anuncio del próximo “tarifazo eléctrico”, el enésimo, con el del cierre de las primeras centrales electrotérmicas que funcionan con carbón y con las manifestaciones de algunos, especialmente en Asturias, de que el cierre de estas centrales encarecería el recibo de la luz a los consumidores. Pero, no se ha cerrado hasta ahora ninguna central eléctrica de carbón y la energía eléctrica no ha parado de subir.  La verdad es bien distinta:
La factura de la luz que recibimos en nuestros hogares ya no desglosa las partidas a donde va a parar el dinero que pagamos, sería demasiado escandaloso ver esas cosas, y para que no tenga que hacer usted un exhaustivo trabajo de investigación lo voy a describir a grandes rasgos. En primer lugar debemos tener en cuenta que hay dos mercados eléctricos, el libre y el regulado y usted, incluso sin tener mucha conciencia de ello, puede estar en uno o en otro. También es importante saber que una cosa es la empresa distribuidora de la energía y otra muy distinta la comercializadora, que pueden coincidir, o no. Ya tenemos un intermediario, fácilmente suprimible, que obtiene dividendos a nuestra costa. ¡Ojo! porque hay mucho fraude de empresas que le pueden facturar energía que usted no ha consumido. Hay un coste fijo por disponer de electricidad, que se paga por KW de potencia contratada (importante no contratar mas potencia de la necesaria) y un coste de la electricidad consumida, ambos pueden variar según la tarifa que tengamos contratada. A estos costes hay que añadir alquiler de contador y otras pequeñas partidas de las que es conveniente estar bien informado para evitar abusos y comparar. Por último están los impuestos, que esa es la madre del cordero. Al tipo de IVA máximo del 21%, por mucho que la electricidad sea un recurso básico, hay que añadir el impuesto eléctrico, otro 5,1127%. Pues bien, una buena parte del dinero de esos impuestos no va a las arcas del Estado sino a pagar ayudas al carbón, mas de 28.000 millones desde 1.989, según el Ministerio de Energía (prejubilaciones, fondos de reactivación de las cuencas, ayudas a la producción del carbón nacional y dinero que se paga directamente a las centrales térmicas para impulsar su renovación medioambiental, esta última partida, en concreto 440 millones de euros, está siendo investigada por la Comisión Europea). Llegados a este punto se habrá dado usted cuenta de que eso de que la energía eléctrica producida por carbón es más barata es una patraña. También llevamos pagando decenas de años la moratoria nuclear que decretó el Gobierno de Felipe González y el llamado déficit de tarifa, asunto igualmente escandaloso del que se podría escribir un grueso libro. Los que privatizaron las empresas eléctricas y nos dijeron que con ello habría más competencia y bajaría el recibo de la luz fueron los mismos que luego, con las “puertas giratorias” se emplearon, con salarios estratosféricos, en las empresas que desnacionalizaron y son los mismos que nos siguen mintiendo.


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