La noche de este 24 de diciembre,
como desde hace mucho tiempo, se celebrará la misa del gallo en Belén, ese
pueblo palestino donde dicen que nació Jesús, y, como es tradición, si Dios,
para unos, o las “circunstancias”, para otros, no lo impiden, asistirá una representación
de la Autoridad Nacional Palestina, liderada por su presidente, Mahmud Abás,
para acompañar a los cristianos en esa fecha tan señalada, exactamente igual
que hacía Yasir Arafat y que hacen los seguidores de Jesús con sus compatriotas
musulmanes en Palestina en la cena que celebra el fin del Ramadán. En la misa
del gallo en Belén no estarán los que creen, en su error, que el hijo de José y
María, del que los cristianos dicen también que es hijo de Dios, está bien
crucificado y bien muerto. El año pasado la misa en la Basílica de Santa
Catalina se celebró en árabe, no en latín, algo lógico, porque ese es el idioma
de los cristianos palestinos, pero este año hay algo más importante que el
idioma de la misa para los cristianos y los musulmanes en Palestina, su ciudad
santa de Jerusalén. Se rezará por los muertos en su defensa en la misa del
gallo.
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