La primera ministra del Reino, de
momento, Unido, quiere chantajear a Europa. No se comenta otra cosa en
Bruselas, en Estrasburgo y en los 27 Estados miembros de la Unión que la
desfachatez británica: quieren irse del club, pero seguir participando de sus
ventajas. La cara dura de Theresa May ha llegado al extremo de vincular las
negociaciones de salida de la UE con la defensa común contra el terrorismo y la
defensa estratégica de Europa Occidental. Se han pasado de largo.
Para mí, ese chantaje no es
británico, porque en Escocia e Irlanda del Norte ganó la permanencia en la UE,
es galés y, sobre todo, inglés. Recordemos que lo mas impresentable y
conservador de la política británica ganó la consulta con solo un 51,9% contra
un 48,1% y que en las grandes ciudades el voto a favor de la permanencia fue
mayoritario. En Londres fue nada menos que de un 75,2%. Fue el paleolítico y
derechista voto rural el que, irresponsablemente, inclinó la balanza.
El Gobierno del Reino, de
momento, Unido no quiere pagar los 60.000 millones de euros que debe a la UE
por inversiones ya comprometidas y quiere irse de la Unión, pero sin renunciar
a las ventajas del mercado único y de libre circulación de mercancías y
capitales, no de personas. Quieren todas las ventajas, pero ningún
inconveniente ¿Nos han tomado por imbéciles?
Sin embargo, seguramente el mayor
problema con el que se va a encontrar el Gobierno conservador, que ha abrazado
entusiasmado las tesis del populismo mas loco, del que acusan a otros, es el
problema escocés, sin soslayar el de Irlanda del Norte. Todos recordamos que no
hace mucho tiempo, con David Cameron todavía de primer ministro, se celebró en
Escocia un referéndum sobre la independencia. Los argumentos que entonces
esgrimió el Gobierno de Londres para convencer a los escoceses fueron que la independencia
significaba la salida de la UE y que peligraría el pago de las pensiones. Pues
bien, los mismos que dijeron eso a los escoceses son los que luego cortan con Europa
y les piden que mantengan unido el país hasta la implementación definitiva del
Brexit. Tremendo.
Seamos serios, sabemos que el Reino,
de momento, Unido nunca tuvo vocación europeísta y que su incorporación a la UE
fue interesada. No quisieron una constitución europea, ni entrar en la moneda
única, ni nada que sonara a una mayor integración política. Cuando les toca
pagar y tragar con la inmigración, que también soportan otros, no quieren saber
nada de nosotros. Piensan seguir con sus tejemanejes en la Citty, sus paraísos
fiscales y tomándonos el pelo a todos, como siempre. Es exactamente lo mismo
que hace Picardo desde Gibraltar.
Las instituciones europeas y los
Gobiernos de los 27 no pueden permitir a Londres una salida de la Unión a la
carta, que salga gratis y que incluso acarree ventajas, porque eso sentaría un
precedente muy peligroso cuando hay movimientos políticos muy potentes que
trabajan por la desintegración. Los que quieren irse del club deben saber que
serán un país tercero y que ahí fuera hay frío. Exactamente lo mismo que les
dijeron a los escoceses.
Pero, me niego a creer que los
hijos y los nietos de los que murieron en las playas de Normandía y luchando
por la libertad en los campos de batalla de Europa se quieran recluir en su
isla dando la espalda al Continente. Me niego a creer que, como manifestó Theresa
May, esta decisión no tenga vuelta atrás. Los británicos tienen sus cosas, pero
no son estúpidos.
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