jueves, 4 de noviembre de 2010

LA AMENAZA DEL TEA PARTY


El movimiento ultraconservador, cuya cabeza visible es la que fuera candidata a la vicepresidencia de los EE UU, acompañando a John Mccain, y gobernadora del estado de Alaska entre 2.006 y 2.009, Sarah Palin, ha irrumpido con fuerza en el Congreso y, lo que es peor, en la sociedad USA. El cabreo de los ciudadanos, fundamentalmente por el aumento del paro en tres millones de personas, a los que hay que sumar los ocho millones que dejó George Bush, en un país donde la cobertura social del Estado brilla por su ausencia, ha sido la gota que ha colmado el vaso de la paciencia de la gente, sobre todo de la clase media-baja. Con ideas socialdemócratas, pero políticas de derechas, el presidente Obama ha intentado dar un giro a los acontecimientos, atacando la crisis con las mismas recetas neoconservadoras que la provocaron, naturalmente, las cosas no han hecho mas que empeorar. Esa situación, como usted sabe, no es una singularidad, al contrario, nos resulta a todos muy familiar. En efecto, si bien Obama y los demócratas se han embarcado en una política de reformas progresistas, como la de poner la sanidad al alcance de los mas desfavorecidos, y otras sobre las que podríamos discutir mucho sobre su carácter de izquierda, como favorecer la proliferación del aborto, por ejemplo, no ha podido o no ha querido poner a los bancos, algunas empresas, como las grandes petroleras, y a los especuladores financieros bajo el yugo del Estado. Estamos hablando de un país donde la iniciativa privada y el mercado no se pueden cuestionar, por lo que no vamos a pedir peras al olmo.
A pesar de que algunos prestigiosos economistas norteamericanos, como el premio novel Paul Krugman, coinciden en afirmar que la crisis no solo ha sido financiera y de impagados, tiene otras causas estructurales, como la sobreproducción de bienes industriales, la ralentización de la revolución tecnológica, el agotamiento de las materias primas, la especulación, el mantenimiento de organizaciones obsoletas como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, los paraísos fiscales, etc, Obama, como los dirigentes europeos, no ha sido capaz de acometer las reformas que el sistema necesita, para ser francos, no pensamos que nadie en Occidente pueda hacerlo. Las subidas de impuestos y de la inflación y la congelación, cuando no disminución, de los salarios y, en consecuencia, otra vez la pérdida de poder adquisitivo de millones de personas, han enfriado aún mas el mercado. Si ha todo esto añadimos las ingentes cantidades de dinero público que los estados, USA incluido, han aportado al sector financiero, para que las economías capitalistas no quebraran, con el consiguiente aumento estratosférico del déficit y la Deuda, el panorama no puede ser mas desolador.
La ultraderecha siempre intenta pescar en río revuelto, es la única forma que tiene de medrar. Utiliza los errores de los partidos civilizados para convencer a la gente que ellos son la solución a nuestros males. Lo mismo echa mano de la xenofobia contra los inmigrantes, ante la desastrosa gestión de este fenómeno por parte de los estados, que utiliza el drama del paro, y la incapacidad de los partidos democráticos liberales y socialdemócratas para acabar con él, para ganarse a los descontentos y desesperados. Esas estrategias son muy viejas, ya las practicó Hitler en la Alemania en los años 30. El verdadero problema hoy es que algunos grandes partidos de la derecha democrática sucumban al encanto de la serpiente nunca totalmente descabezada. Eso es lo que ha pasado con el partido Republicano en las elecciones legislativas que se han celebrado esta semana en USA y no podemos descartar que el fenómeno se traslade a Europa, de hecho ya hay algunos signos alarmantes en mas de un Estado de la UE.
Los extremistas han recibido apoyos financieros muy importantes de las petroleras y el complejo militar-industrial y en algunos sitios, como Florida, han tenido resultados espectaculares. Gente como el cubano-americano, Marco Rubio, un representante de lo que en la isla caribeña llaman "la gusanera de Miami", se han unido a la fiesta de los insensatos y a los discursos que protagoniza la estúpida Sarah Palin, que no solo ha permitido a las corporaciones petroleras entrar a saco en los parques naturales protegidos de Alaska y ha enchufado en la política hasta a su suegra, defiende la América de los Padres Fundadores, pero cuando se le preguntó quienes eran solo conocía a George Washington. Pensar que gente como esta, con sus locas ideas en política internacional y su insensatez, pueden llegar a tener un día en sus manos el maletín nuclear es para echarse a temblar.
Los partidos democráticos de la derecha liberal deberían ser prudentes y no ser nunca aliados, ni siquiera circunstanciales, de la ultraderecha y de movimientos como el Partido del Té, porque, ante los acontecimientos que esperan al mundo, pueden llegar a ser peligrosamente fagotizados por ellos. En España, sin ir mas lejos, todo el mundo sabe que la mayor parte de la derecha fascista, que apoyó al general Franco durante muchos años, y gran parte de sus descendientes, con esas mismas ideas, se refugia electoralmente en el PP, pero hoy, afortunadamente, prevalecen, y son mayoría, los demócratas entre sus filas, lo mismo pasa con sus dirigentes, pero no están vacunados contra algunas tentaciones extremistas. Aznar se apuntó a las belicosas e ilegales aventuras de su amigo Bush y, todavía hoy, mantiene excelentes relaciones con los ultraderechistas de Florida y Venezuela, por ejemplo, pero no es el único político importante de la derecha española que coquetea con los impresentables y que tiene ideas ultraconservadoras sobrepasadas por la Historia y los recientes acontecimientos mundiales que todavía estamos padeciendo. Son los que solo se acuerdan de "papá Estado" cuando necesitan que este les salve el trasero y que parece que no han aprendido nada.
El PP no necesita ganarse el abanico electoral que va desde la ultraderecha a la derecha civilizada, ya lo tiene, pero para conseguir la mayoría en las elecciones generales hay que ocupar el centro político, eso no lo va a conseguir con declaraciones de sintonía como las que ha efectuado Rajoy sobre las draconianas medidas del Gobierno británico, ni con su apoyo incondicional a las aventuras exteriores de los EE UU y, muchísimo menos, con una sonrisa de simpatía hacia gentes como los impresentables del Tea Party.

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