domingo, 31 de octubre de 2010

EL DRAMA DEL CARBON


El miedo se extiende entre las filas socialistas y en las cuencas mineras asturianas. Presidente del principado, candidato de la FSA, alcaldes, sindicalistas y ciudadanía en general, están en un sin vivir viendo lo que se les viene encima. Han sido muchas las críticas que hemos recibido los que, durante años, hemos defendido la necesidad de una profunda reconversión industrial de Asturias, que diera fin a la minería del carbón y a un sistema de producción de energía caro y contaminante, éramos los enemigos de esta región, mientras que los que defendía la hulla, las centrales termoeléctricas y las líneas de alta tensión, bien por sus intereses sindicales, electorales o personales, eran los paladines de la clase trabajadora, al final, la verdad casi siempre se impone.
El Gobierno de Zapatero, presionado por Villa y la FSA, aprobó, casi con alevosía y nocturnidad, pues el asunto no se llevó al Parlamento, un real decreto que, básicamente, contemplaba una fuerte inyección de dinero, para subvencionar la quema de carbón autóctono en detrimento del importado, mucho mas limpio, barato y con mayor poder calorífico, y que obligaba a las compañías eléctricas a utilizarlo, empezando por las muchas miles de toneladas que almacena HUNOSA. Estas cosas, que se hacen sin estudiarlas en profundidad y acuciados por las elecciones que se avecinan, solo pueden acabar mal, de hecho chocan frontalmente con la libre competencia y con las directrices marcadas por la UE, como así lo han manifestado, sin ambages, la Audiencia Nacional y el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, en Luxemburgo. Empecinarse en el error y el enfrentamiento con las instituciones de Justicia, como, al parecer quiere el candidato socialista Javier Fernández, solo traerá problemas añadidos que pagaremos muy caro todos los asturianos. Fernández, en un acto mas de irresponsabilidad, incluso ha intentado descargar las iras ciudadanas contra las empresas eléctricas, acusándolas injustamente de lucrarse a costa del patrimonio público y de las centrales atomoeléctricas ya amortizadas. Nada ha dicho D. Javier de la inmensa deuda acumulada en este sector por el "déficit de tarifa" y por las graves dificultades de financiación que se están atravesando gracias, fundamentalmente, a las ocurrencias históricas de los socialistas. En efecto, la llamada moratoria nuclear, impuesta por Felipe González, así como los continuos vaivenes, sin un mínimo de coherencia, en la planificación energética de España, han hecho al sector eléctrico nacional mucho menos competitivo y, por ende, que las tarifas eléctricas para los particulares y las empresas tengan un precio político, es decir, obligatoriamente han de estar subvencionadas por las arcas del Estado para que el tinglado no se venga abajo. Ni Europa, que ha apostado por el gas, las centrales nucleares y las renovables, ni la gente cabal, van a seguir consintiendo esos tejemanejes.
Con estos gobiernos, el de España y el de Asturias, las compañías eléctricas no pueden tener claras sus políticas de inversiones pero, además, van a soportar aún mas gastos por la readaptación de sus instalaciones a la utilización de un carbón sucio que penaliza el mantenimiento y la producción.
¿Cual será la próxima fechoría de la pseudoizquierda?, no nos atrevemos a imaginarlo, pero viendo cosas como el llamado impuesto verde que, como no, finalmente pagaremos los consumidores, y tonterías por el estilo, pongámonos en lo peor.
Los verdaderos responsables de lo que le está pasando a Asturias tienen nombres y apellidos, son los políticos y sindicalistas instalados desde años en el poder, son los partidos políticos de la falsa izquierda, presos del clientelismo y el electoralismo, los que incluso toleraron actividades delictivas que eran del dominio público, como las que se realizaban en la Mina de La Camocha, como lo son también, no se van a ir de rositas, los asturianos que han confiado en ellos y les han dado su voto, parece ser, de por vida. Ahora es tarde para que podamos resolver lo que avisamos con mucha antelación que sucedería. Tocará sufrir, y mucho.

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