domingo, 8 de agosto de 2010

NEGROS AUGURIOS


En Septiembre del 2.007, estando en la Habana, casualmente pudimos ver y escuchar, en la primera cadena de la televisión cubana, una entrevista a Fidel Castro de hora y media de duración. Como usted sabe, por aquellas fechas el comandante se encontraba gravemente enfermo y no podía casi moverse, sin embargo ello no impedía que siguiera de cerca los acontecimientos domésticos y mundiales y diera su opinión en escritos que aparecían regularmente en el diario Granma, pero aquella entrevista era algo inusual porque al partido no le interesaba mostrar la imagen decrépita del líder revolucionario, al parecer fue el propio Castro, dada la importancia de lo que quería decir, el que insistió en aparecer en las pantallas televisivas. Fidel comenzó diciendo como estaba la cotización del Dólar y a que precio se vendía el barril de petróleo en ese día, para que no hubiera dudas de que el programa se emitía en directo, "algunos ya dicen que estoy muerto, bromeó". Una buena parte de la entrevista estuvo centrada en asuntos internos de Cuba, pero lo que mas me llamó la atención fue el análisis que Castro hizo de la situación económica internacional y de la crisis que se avecinaba. Ya sabíamos que algunos economistas, por ejemplo el que luego fuera premio Nobel de economía 2.008, el norteamericano Paul Krugman, llevaban años anunciando una crisis capitalista mundial provocada por la sobreproducción industrial que comenzó en los años 70, pero el líder cubano dio al asunto un enfoque totalmente distinto. Castro alertó de que las maniobras especulativas con las materias primas y el desvío de ingentes cantidades de grano alimenticio para la elaboración de biocombustibles provocarían una escalada de precios y una crisis mundial sin precedentes, porque la pérdida del poder adquisitivo de la gente no podría hacer frente a los créditos, es más, también dijo que llevaría al hambre a millones de personas. Igualmente despertó mi interés la crítica que hizo a los cultivos transgénicos, cosa que le recuerda siempre que tiene ocasión al presidente de Brasil y gran amigo, Lula da Silva. Fidel Castro vaticinó, como ejemplo de la locura a la que el mundo se enfrentaba, que antes de que acabara el año 2.007 el petróleo superaría la barrera de los 100 dólares por barril. A finales de Diciembre de ese año el barril de crudo se vendía a 115 dólares y en la primavera del 2.008 se dispararon los precios de los alimentos y como usted bien sabe, con el escándalo de las hipotecas Subprime, estalló la crisis económica en la que estamos metidos hasta el cuello y, también, por primera vez, la cifra del hambre superó los 1.000 millones de personas.
Este preámbulo viene a cuento de que, dada la buena información que suele tener el comandante Castro y lo dado que es a analizar la actualidad y prever con clarividencia acontecimientos, nos ha llamado mucho la atención el discurso del sábado en la Sesión Extraordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular (parlamento cubano). A pesar de que las medidas adoptadas a nivel global para intentar salir de la crisis van en el camino equivocado, disminuyendo aún más el poder adquisitivo de los ciudadanos y, en consecuencia, frenando el consumo y la producción mundiales; a pesar del brutal aumento del paro en muchos países (en EE UU la pérdida de puestos de trabajo desde el año 2.007 ha sido de 8,4 millones); a pesar de que los gigantescos incendios y la pertinaz sequía que padece Rusia, provocados por el cambio climático, han obligado al primer ministro Vladimir Putin a anunciar que este año no se exportará grano (Rusia es el principal exportador mundial de cereales no modificados genéticamente, tiene una producción de 75 millones de toneladas, de las que el año pasado exportó 21,5) y las consecuencias que ello va a tener en los precios de los alimentos; a pesar del drama, tan cercano, del vertido de petróleo de más de cinco millones de toneladas en el Golfo de México y del desprendimiento de un gigantesco bloque de hielo en Groenlandia, de más de 260 kilómetros cuadrados; a pesar de que el petróleo otra vez ha iniciado la escalada de precios y ya supera los 86 dólares; a pesar de todo eso, Castro se ha centrado en denunciar los preparativos norteamericanos para un ataque sobre Irán y las consecuencias dramáticas que puede tener para la paz mundial.
El día 6 de Agosto se cumplieron 65 años del lanzamiento de la primera bomba atómica sobre la ciudad japonesa de Hiroshima, unos días mas tarde cayó otra sobre Hagasaki, ambas provocaron centenares de miles de muertos, los mas afortunados desaparecieron en el acto en una bola de fuego que en su epicentro alcanzó mas de cinco millones de grados, otros muchos sufrieron penosas agonías provocadas por los rayos, polvo e isótopos radiactivos. Para que un ataque contra Irán fuera efectivo sería necesaria la utilización de armamento nuclear táctico, imprescindible para destruir las instalaciones subterráneas de enriquecimiento de uranio. Pero no olvidemos que Persia es el principal suministrador de petróleo a China y que en el continente asiático manda la Alianza Continental. Una vez desencadenada la ofensiva bélica nadie sabe que terribles acontecimientos podría provocar.
El loby judío pagó la campaña electoral al presidente Obama y le va a presionar en beneficio de la política estratégica del Estado de Israel (que sí tiene bombas atómicas) y del complejo militar-industrial, sin importarles el costo en vidas humanas de una loca aventura.
El Gobierno japonés ha pedido formalmente que en el año 2.020 desaparezca todo el armamento nuclear de la Tierra y ahora Fidel Castro, al que quizá providencialmente la muerte ha dado una tregua y cuya opinión, independientemente de lo que pensemos del régimen cubano, suele ser atinada, pone el acento en lo que puede pasar si USA ataca a Irán, dando prioridad a este asunto antes que al segundo embate de la crisis que ya enseña las orejas.
Si entre todos no somos capaces de parar esto, pongámonos a temblar.
Nota de última hora: tras el anuncio de Putin, el precio del trigo en los mercados internacionales se ha disparado con incrementos en torno al 20 %.

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