En una operación que parece ha
sido coordinada entre la policía alemana y el CNI (servicios secretos
españoles) ha sido detenido el expresident, Carles Puigdemont, cuando huía
apresuradamente desde Finlandia, a donde había ido a dar una conferencia, al
ser activada de nuevo la euroorden para su detención. Puigdemont y sus
acompañantes tenían billete de avión para regresar a Bélgica, pero al saber que
estaban siendo buscados por la policía finlandesa tomaron un ferry para cruzar a Alemania, donde finalmente fueron detenidos. Pensaban
llegar a Bélgica por carretera.
A nadie interesaba en Europa
tener a los secesionistas catalanes incordiando y entreabriendo la Caja de Pandora
y si Bélgica no los había detenido no solo era por tener una legislación más benévola,
era, sobre todo, porque los independentistas flamencos están en el Gobierno. El
caso de Suiza, donde había estado Puigdemont hace pocos días es distinto,
porque los helvéticos están enfadados con España, que no extraditó, con buen
criterio, al empleado bancario que levantó la liebre de los “papeles de Panamá”
¿Se ha terminado la fiesta? ¿se ha terminado el Procés? aunque eso es lo que
piensa la mayoría de la gente, debemos ser conscientes que en Cataluña se ha
creado un caldo de cultivo, trabajado y tejido durante decenios, que no va a
desaparecer de repente y en el que muchos tenían su modus vivendi. No estoy
hablando solamente de los que votaron otra vez a los independentistas una vez
aplicado el artículo 155, estoy hablando, sobre todo, de los que construyeron el relato y
embaucaron a muchos catalanes. Los independentistas se han quitado
definitivamente la careta y ya no engañan a nadie. Han tenido engañados a todos
los españoles durante mucho tiempo y han querido engañar también a Europa. El
sábado 24 de marzo los que decían que su movimiento no era violento volvieron a
ejercer la violencia, esta vez intentando asaltar la Delegación del Gobierno,
cortando carreteras y ocupando estaciones de ferrocarril pera impedir la
circulación de los trenes. Exactamente igual que cuando intentaron linchar a
los agentes de la Guardia Civil que inspeccionaban la Consellería de Economía y
destrozaban sus vehículos o cuando intentaron impedir, violentamente, a la
Guardia Civil que cumpliera su labor el 1-O. Esta vez no han podido demonizar
ni a la Benemérita ni al “Estado Español” porque ha sido la propia
policía autonómica la que se ha tenido que emplear a fondo. Tomar el aceite de ricino de la derrota es muy
duro y me temo que todavía va a haber muchos en Cataluña que no se va a
resignar a ello, por eso no descarto que esos “no violentos”, exactamente los
mismos “no violentos” que ya tenían perfectamente presupuestado y planificado
su propio Ejército (de manera muy profesional y hasta en los más mínimos detalles),
pueden caer en provocaciones más groseras y agresivas para obligar, como
mínimo, a intervenir a todos los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad de Estado, no
solo a los Mossos, y seguir con su loca aventura y con ese papel de víctimas
que les han enseñado en las escuelas catalanas y en la televisión autonómica,
TV3 y que llevan instalado en sus tuétanos. Lo inteligente es dejar que se
cuezan en su propia salsa hasta que sean los propios catalanes los que digan,
por amplia mayoría, basta ¿O no nos vacunamos ya el 1-O contra ese tipo de
artimañas?
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