Marta Rovira, la secretaria
general de ERC, ha huido a Suiza, se une allí a Anna Gabriel, la líder de la CUP
que en el país helvético ha cambiado el flequillo filoetarra por otro look, que
venda mejor, en tierras donde no admiten tonterías, lo mala que es España. Si
Puigdemont y algunos de sus secuaces ya llevan tiempo de prófugos en Bélgica y
si Gabriel ya había huido a Suiza, la huida de Marta Rovira adquiere otro
significado, otra relevancia e importancia políticas, porque mientras su jefe,
Oriol Junqueras, está en prisión
preventiva, ella, la misma que con lágrimas pidió a Puigdemont, en aquella
noche triste, que llevara la declaración de independencia al Parlament y que no
convocara elecciones, huye para salvar su trasero sin importarle nada en la
situación que deja a los demás procesados, los que están ya en la cárcel y los
que pueden ingresar en ella ante el riesgo evidente de fuga, la misma fuga que
ha protagonizado Rovira. Muchos deberían darse cuenta de en qué manos estaban y
a quienes votaban, personajes a los que importa muy poco Cataluña y los
catalanes, a los que importan muy poco sus propios compañeros/as de correrías.
Que se entere todo el mundo, que todo el mundo lo sepa: la España de hoy no es
la España franquista, no es una dictadura, es un Estado Democrático de Derecho
donde la Constitución y la Ley imperan y mandan. En esta España, que nos costó
sangre, sudor y lágrimas construir, ya no hay, afortunadamente, presos
políticos, solo hay políticos presos, como otros delincuentes.
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