Más del 70% de Guta Oriental,
bastión yihadista muy cerca de Damasco, ya está en poder de las tropas del
Ejército Árabe Sirio que, con la ayuda de la ONU y el Creciente Rojo, ha logrado
mantener abiertas rutas de escape para los civiles rehenes de los terroristas. Decenas
de miles de personas ya han logrado pasar a las zonas controladas por el
ejército gubernamental, que, junto con las mencionadas organizaciones
humanitarias, reparte alimentos de primera necesidad y agua entre los civiles
que llegan en pésimas condiciones, muchos de ellos niños. Algunos de esos
civiles relatan historias espeluznantes que nada tienen que ver con lo que
informan los medios de comunicación occidentales sobre los “rebeldes sirios”,
en realidad mercenarios pagados por los regímenes feudales árabes. Los
terroristas están completamente cercados y ya no tienen otro lugar en Siria a
donde ir, solo les quedan dos salidas: rendirse, con la promesa del
presidente Al Assad de respetar sus vidas, o perecer en los bombardeos de la
Fuerza Aérea Siria y las Fuerzas Aeroespaciales Rusas. La guerra en Siria está
a punto de acabar y ahora se necesitará un enorme esfuerzo para reconstruir el
país, para que puedan regresar millones de refugiados a sus pueblos y para que
se puedan volver a levantar sus casas. Los irresponsables y los aventureros están
a punto de ser totalmente derrotados y la pretensión de Occidente de acabar con
el presidente Al Assad ha fracasado.
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