Vladimir Putin será por cuarta
vez presidente de la Federación Rusa. Putin dirige el país desde el 7 de mayo
del 2.000, en que ganó sus primeras elecciones presidenciales. Este será su
cuarto mandato en la presidencia de Rusia, solo interrumpido por el período del
2.008 al 2.012 en que, por motivos constitucionales, intercambió la presidencia
con Dmitri Medvédev y fue primer ministro. Ningún mandatario, desde Stalin, ha
estado tanto tiempo al timón del país. Según sus propias palabras, este
seguramente será su último mandato.
Rusia no es una auténtica
democracia, como tampoco lo son otras que dicen serlo en el mundo, pero eso
importa poco a los rusos, que nunca han vivido en democracia. El etílico
presidente Yelsin les dijo que lo que él había traído, subido a un carro de combate
y bombardeando la Duma, era la democracia, y con aquello, y lo que sucedió
después, los rusos ya tuvieron suficiente. Vladimir Putin pasó de ser un
teniente coronel del KGB destinado en la antigua RDA (habla alemán perfectamente)
a volver a su ciudad natal San Petersburgo (Leningrado) donde desarrolló
actividades académicas y municipales, pero, posteriormente sería llamado a Moscú
por sus antiguos jefes de los servicios secretos para formar parte del equipo
del entonces presidente Boris Yelsin, que no sabía cómo parar a las formaciones
opositoras que le disputaban el poder. Tanto confiaba Yelsin en los hombres del
antiguo KGB que sus tres primeros ministros pertenecieron a los servicios
secretos, incluido Putin, al que nombró primer ministro el 9 de agosto de
1.999. Desde el cargo de jefe del Gobierno, Vladimir Putin tuvo que bailar con
la más fea, no solo heredó un país que había quedado en ruinas después de la
desintegración de la URSS, también el alzamiento yihadista en el Caúcaso.
Putin, que ya había defendido a sus subordinados en Berlín del linchamiento, cuando
cayó el muro, con su pistola Makarov en la mano, no se anda con chiquitas, aplastó
la revuelta chechena sin contemplaciones, volvió a poner en manos del Estado
las principales empresas, algunas estratégicas, como las de gas y petróleo, que
habían sido privatizadas y estaban en manos de oligarcas que querían venderlas
a Occidente (a algunos de ellos los envió a las cárceles de Siberia sin miramientos) y se rodeó de
antiguos camaradas, los del “Grupo de San Petersburgo", entre los que sobresalía
Dmitri Medvédev, el actual primer ministro. Seguramente Medvédev sustituirá en
la presidencia a Putin cuando acabe este mandato, es su hombre de confianza y
el gestor que tiene una gran parte del mérito de lo que han conseguido en estos
años.
Rusia ha vuelto a ser una gran
potencia, política, económica y militar y, a pesar de que la bajada del precio
del petróleo y, en general, de las materias primas, de las que Rusia es una
gran exportadora, ha perjudicado el poder adquisitivo de la población, los
ciudadanos rusos lo tienen muy claro: no hay nadie mejor que Putin. Los
resultados de las elecciones presidenciales hablan por sí solos, el líder
opositor, Alexei Navalny, que había sido apartado de los comicios y que había
llamado a la abstención, no ha conseguido su propósito, al contrario, y solo el
candidato comunista, Pavel Grudinin, aunque muy lejos de Putin, ha obtenido un
resultado decente. Las sanciones y las presiones occidentales, a las que
responde Putin con contundencia, solo han logrado acrecentar la leyenda. Con la
recuperación de Crimea, Vladimir Putin ya ha entrado en la Historia y tampoco
es baladí que la balanza en la Guerra de Siria la haya inclinado él del lado de
al Assad. Si la Madre Rusia es lo más sagrado para los rusos, Putin es su mejor
guardián, piensan. Esa es la única ambición y la única prioridad de Vladimir
Putin, Rusia, a ella se ha consagrado desde su niñez, por ella estudio Derecho
para entrar en la KGB y servir a su país en primera línea. Putin nunca ha
olvidado que no conoció a su único hermano, muerto en el sitio de Leningrado, y
siempre ha obrado en consecuencia. Por eso los rusos han vuelto a confiar en él
y por eso ha arrasado en estas elecciones, con más del 75% de los votos.
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