domingo, 18 de marzo de 2018

PUTIN ARRASA EN LAS PRESIDENCIALES RUSAS


Vladimir Putin será por cuarta vez presidente de la Federación Rusa. Putin dirige el país desde el 7 de mayo del 2.000, en que ganó sus primeras elecciones presidenciales. Este será su cuarto mandato en la presidencia de Rusia, solo interrumpido por el período del 2.008 al 2.012 en que, por motivos constitucionales, intercambió la presidencia con Dmitri Medvédev y fue primer ministro. Ningún mandatario, desde Stalin, ha estado tanto tiempo al timón del país. Según sus propias palabras, este seguramente será su último mandato.
Rusia no es una auténtica democracia, como tampoco lo son otras que dicen serlo en el mundo, pero eso importa poco a los rusos, que nunca han vivido en democracia. El etílico presidente Yelsin les dijo que lo que él había traído, subido a un carro de combate y bombardeando la Duma, era la democracia, y con aquello, y lo que sucedió después, los rusos ya tuvieron suficiente. Vladimir Putin pasó de ser un teniente coronel del KGB destinado en la antigua RDA (habla alemán perfectamente) a volver a su ciudad natal San Petersburgo (Leningrado) donde desarrolló actividades académicas y municipales, pero, posteriormente sería llamado a Moscú por sus antiguos jefes de los servicios secretos para formar parte del equipo del entonces presidente Boris Yelsin, que no sabía cómo parar a las formaciones opositoras que le disputaban el poder. Tanto confiaba Yelsin en los hombres del antiguo KGB que sus tres primeros ministros pertenecieron a los servicios secretos, incluido Putin, al que nombró primer ministro el 9 de agosto de 1.999. Desde el cargo de jefe del Gobierno, Vladimir Putin tuvo que bailar con la más fea, no solo heredó un país que había quedado en ruinas después de la desintegración de la URSS, también el alzamiento yihadista en el Caúcaso. Putin, que ya había defendido a sus subordinados en Berlín del linchamiento, cuando cayó el muro, con su pistola Makarov en la mano, no se anda con chiquitas, aplastó la revuelta chechena sin contemplaciones, volvió a poner en manos del Estado las principales empresas, algunas estratégicas, como las de gas y petróleo, que habían sido privatizadas y estaban en manos de oligarcas que querían venderlas a Occidente (a algunos de ellos los envió a las cárceles de  Siberia sin miramientos) y se rodeó de antiguos camaradas, los del “Grupo de San Petersburgo", entre los que sobresalía Dmitri Medvédev, el actual primer ministro. Seguramente Medvédev sustituirá en la presidencia a Putin cuando acabe este mandato, es su hombre de confianza y el gestor que tiene una gran parte del mérito de lo que han conseguido en estos años.
Rusia ha vuelto a ser una gran potencia, política, económica y militar y, a pesar de que la bajada del precio del petróleo y, en general, de las materias primas, de las que Rusia es una gran exportadora, ha perjudicado el poder adquisitivo de la población, los ciudadanos rusos lo tienen muy claro: no hay nadie mejor que Putin. Los resultados de las elecciones presidenciales hablan por sí solos, el líder opositor, Alexei Navalny, que había sido apartado de los comicios y que había llamado a la abstención, no ha conseguido su propósito, al contrario, y solo el candidato comunista, Pavel Grudinin, aunque muy lejos de Putin, ha obtenido un resultado decente. Las sanciones y las presiones occidentales, a las que responde Putin con contundencia, solo han logrado acrecentar la leyenda. Con la recuperación de Crimea, Vladimir Putin ya ha entrado en la Historia y tampoco es baladí que la balanza en la Guerra de Siria la haya inclinado él del lado de al Assad. Si la Madre Rusia es lo más sagrado para los rusos, Putin es su mejor guardián, piensan. Esa es la única ambición y la única prioridad de Vladimir Putin, Rusia, a ella se ha consagrado desde su niñez, por ella estudio Derecho para entrar en la KGB y servir a su país en primera línea. Putin nunca ha olvidado que no conoció a su único hermano, muerto en el sitio de Leningrado, y siempre ha obrado en consecuencia. Por eso los rusos han vuelto a confiar en él y por eso ha arrasado en estas elecciones, con más del 75% de los votos.

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