sábado, 3 de marzo de 2018

PUTIN SACA PECHO


El presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha comparecido hace unos días en su tradicional discurso anual donde analizó los problemas de Rusia y del mundo y qué se está haciendo desde su Gobierno para acometerlos. Lo que más ha llamado la atención, y lo único que se ha visto de ese discurso en los medios de información occidentales, han sido las armas, nuevas por principio, que el presidente ruso describió, vídeos incluidos, ante la audiencia. Como todos los expertos en armamento conocen, Rusia lleva tiempo desarrollando armas que le permitan mantener la disuasión estratégica y, con un Presupuesto de Defensa muy inferior al de los EE UU, seguir siendo una gran potencia militar. El despliegue del sistema antimisiles de los EE UU, que, como ya reconocen, no estaba destinado a interceptar misiles de Corea del Norte ni de Irán, sino de Rusia y China ha provocado una respuesta  de las otras partes que supone una peligrosa escalada en la carrera de armamentos nucleares y de sus vectores, sobre todo los estratégicos. La respuesta de China, que tecnológicamente no está a la altura de Rusia en el campo militar, ha sido multiplicar su cohetería estratégica, fiando a la cantidad de misiles las posibilidades de impactar en el blanco, pero Rusia ha desarrollado misiles, tanto ICBM (misiles estratégicos con base en tierra) como SLBM (misiles estratégicos que portan los submarinos) muy sofisticados, con trayectorias aleatorias y contramedidas electrónicas, como el “Satán II” y el “Bulavá” R-30, capaces de burlar, eso se dice, cualquier tipo de escudo antimisiles. Putin ha presentado ahora una nueva familia de misiles de crucero, que pueden portar cargas convencionales o nucleares, también muy difíciles de interceptar y con un alcance hasta 10 veces superior a los que posee EE UU, el “Tomahawk”, o Israel, el “Popeye turbo”. Pero, donde Rusia ha puesto el acento de su esfuerzo armamentístico es en las áreas donde es más fuerte, tanto en dispositivos instalados en órbita terrestre (Rusia es el único país del mundo que puede realizar varios lanzamientos de cohetes al Espacio exterior en solo pocos días) como en misiles hipersónicos y torpedos de largo alcance y supercavitación. El presidente ruso presentó ante los medios un nuevo misil hipersónico (viaja a diez veces la velocidad del sonido) que porta 15 ojivas nucleares de reentrada independiente, también hipersónicas, y que tiene un alcance tan grande que puede viajar desde Rusia a la Antártida, bordearla y atacar 15 ciudades de EE EE desde el Sur en solo 20 minutos. Los torpedos de supercavitación  que, de momento, solo posee Rusia (es probable que haya vendido algunos a China) tienen características secretas, pero se habla de que pueden alcanzar cientos de kilómetros, quizá hasta miles, a velocidades de más de 400 Km/h, y portar una cabeza nuclear táctica que puede echar a pique un portaaviones y todo su grupo de apoyo. Uno de estos torpedos se estaba probando cuando ocurrió el accidente del “Kursk”, pruebas a las que asistieron altos militares chinos. Putin también presentó nuevos submarinos nucleares completamente robotizados, sin tripulación, capaces de viajar más rápido que ningún buque actual y sumergirse a grandes profundidades, diseñados para atacar blancos en tierra o formaciones navales con misiles de crucero o torpedos de supercavitación, con cabezas nucleares o convencionales, que pueden permanecer en servicio indefinidamente.
Todo lo que estamos viendo no solo pone de manifiesto la inutilidad de la Iniciativa de Defensa Estratégica de los EE UU y sus aliados de la OTAN y de lo absurdo de los billonarios gastos de su desarrollo, también, como Rusia advirtió en su día, que eso provocaría una nueva carrera de armamentos muy peligrosa. En efecto, las nuevas armas son tan rápidas y tan devastadoras que un fallo o un error fatal no dejan casi tiempo para analizar la amenaza y multiplican la probabilidad de un Holocausto nuclear. Si a esto añadimos que EE UU y Rusia también tienen sistemas de inteligencia artificial que darían las órdenes para el lanzamiento de misiles aun cuando los Gobiernos y los centros de mando hubieran sido aniquilados, es para echarse a temblar.

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