miércoles, 14 de marzo de 2018

EL DEBATE: QUE DIOS NOS COJA CONFESADOS


Como me temía, el debate monográfico sobre las pensiones no ha servido absolutamente para nada, en todo caso para que Rajoy nos diga, como hacía Aznar, que España va bien, que no hay ningún problema con la sostenibilidad de las pensiones (aunque se haya pulido la hucha) y para comprobar que la oposición no ha sido capaz de proponer un paquete de medidas creíbles que tranquilicen a los pensionistas actuales y futuros. Rajoy nos ha contado una película de política ficción, describiendo una España maravillosa que no es la misma que perciben los ciudadanos en el día a día. Rajoy ha prometido subir solamente por encima del 0,25% las pensiones mínimas y de viudedad (si le aprueban los Presupuestos) algo muy injusto, porque los que tienen pensiones más altas también han cotizado mucho más y han pagado mucho más IRPF a lo largo de toda su vida laboral, siendo más solidarios que nadie. La portavoz del grupo parlamentario socialista, Margarita Robles, tuvo una intervención encendida y emocionante, sin papeles, pero no fue capaz de proponer ninguna medida concreta para recaudar, salvo el manido impuesto a la banca (que ya he criticado suficientemente en escritos anteriores, porque lo acabarían pagando los clientes, entre ellos los pensionistas) y acabar con las “tarifas planas”. Con buenas palabras y por poner mucho énfasis no se solucionan los problemas. Pablo Iglesias, en nombre de Unidos Podemos, tuvo un discurso plano, sin emociones (algunos todavía no han entendido que en este mundo no hay nada más importante que las emociones, incluso por delante de las razones) donde pidió la subida de algunos impuestos, en particular, como los socialistas, el impuesto a la banca. Apuntó también que habría que subir el salario Mínimo Interprofesional a 950 euros, una medida acertada que subiría todos los salarios y, por ende, las cotizaciones a la Seguridad Social. Albert Rivera, confirmando la trayectoria ultraliberal de Ciudadanos, atacó más al PSOE que al Gobierno, no dijo nada sobre que su grupo paraliza sistemáticamente casi todas las propuestas parlamentarias de la oposición, también sobre pensiones, para que ni siquiera se debatan, ni en el pleno ni en ninguna comisión, fue el único que, irresponsablemente, pidió bajar impuestos como el IRPF, y nos recordó las propuestas de su partido que dan tanto miedo a los trabajadores, como un contrato único, pero con despido libre, y la implantación en España de la “mochila austriaca”, es decir, que los trabajadores se paguen su propio despido. Los independentistas catalanes y los aliados valencianos de Podemos pusieron el énfasis en los gastos militares de España, el país que menos gasta de la UE en relación a su PIB y cuyas FF AA están en una situación que la responsabilidad me impide pormenorizar. Que los independentistas catalanes (que ya tenían presupuestado su propio ejército) no quieran que la Guardia Civil y los ejércitos estén en condiciones de cumplir con el mandato constitucional se entiende, y lo que dijeron los de Compromís forma parte de las bobadas de la izquierda, porque llegado el caso los que dicen esas cosas no nos defenderían y serían los primeros en salir corriendo. El PNV barrió, como siempre, para casa y el portavoz de Foro Asturias, Isidro Martínez Oblanca recordó a todos la pésima situación de Asturias, poniendo el acento en que es la comunidad autónoma con menor tasa de natalidad y resaltando lo importante que es para la sostenibilidad de las pensiones el relevo generacional. Rafael Hernando, por el PP, se mofó de la oposición, como hace siempre, y se fue a Grecia, para apuntar lo que habían bajado allí las pensiones, sin decir, eso sí, quienes fueron los responsables de dejar aquel país a los pies de los caballos, los socialistas del PASOK y la derecha de Nueva Democracia, que jubilaban funcionarios a los 47 años y les daban 100.000 euros de gratificación, que falsificaron el déficit para entrar en el euro y que permitieron que Grecia tuviera el mayor fraude fiscal de toda la UE. Nadie dijo absolutamente nada sobre entrar a saco, pero a saco de verdad, modificando la Ley y el Código Penal (salvo de soslayo ERC) contra la economía sumergida y el fraude fiscal, un 23% del PIB según el propio Banco de España.
En resumen, como esperaba, a Rajoy se lo han puesto fácil, a pesar sus endebles argumentos, hasta, como es su costumbre, habló de Venezuela, y la oposición ha hecho el más espantoso de los ridículos, sin propuestas creíbles y suficientes y sin estar a la altura de las circunstancias, perdiendo una oportunidad de oro. Los pensionistas presentes y futuros están indefensos. Que Dios nos coja confesados.


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