Como me temía, el debate
monográfico sobre las pensiones no ha servido absolutamente para nada, en todo
caso para que Rajoy nos diga, como hacía Aznar, que España va bien, que no hay
ningún problema con la sostenibilidad de las pensiones (aunque se haya pulido
la hucha) y para comprobar que la oposición no ha sido capaz de proponer un
paquete de medidas creíbles que tranquilicen a los pensionistas actuales y
futuros. Rajoy nos ha contado una película de
política ficción, describiendo una España maravillosa que no es la misma que
perciben los ciudadanos en el día a día. Rajoy ha prometido subir solamente por
encima del 0,25% las pensiones mínimas y de viudedad (si le aprueban los Presupuestos)
algo muy injusto, porque los que tienen pensiones más altas también han
cotizado mucho más y han pagado mucho más IRPF a lo largo de toda su vida
laboral, siendo más solidarios que nadie. La portavoz del grupo parlamentario
socialista, Margarita Robles, tuvo una intervención encendida y emocionante,
sin papeles, pero no fue capaz de proponer ninguna medida concreta para
recaudar, salvo el manido impuesto a la banca (que ya he criticado
suficientemente en escritos anteriores, porque lo acabarían pagando los
clientes, entre ellos los pensionistas) y acabar con las “tarifas planas”. Con
buenas palabras y por poner mucho énfasis no se solucionan los problemas. Pablo
Iglesias, en nombre de Unidos Podemos, tuvo un discurso plano, sin emociones
(algunos todavía no han entendido que en este mundo no hay nada más importante
que las emociones, incluso por delante de las razones) donde pidió la subida de
algunos impuestos, en particular, como los socialistas, el impuesto a la banca. Apuntó también que habría que subir el salario Mínimo Interprofesional
a 950 euros, una medida acertada que subiría todos los salarios y, por ende,
las cotizaciones a la Seguridad Social. Albert Rivera, confirmando la
trayectoria ultraliberal de Ciudadanos, atacó más al PSOE que al Gobierno, no
dijo nada sobre que su grupo paraliza sistemáticamente casi todas las
propuestas parlamentarias de la oposición, también sobre pensiones, para que ni
siquiera se debatan, ni en el pleno ni en ninguna comisión, fue el único que,
irresponsablemente, pidió bajar impuestos como el IRPF, y nos recordó las
propuestas de su partido que dan tanto miedo a los trabajadores, como un
contrato único, pero con despido libre, y la implantación en España de la
“mochila austriaca”, es decir, que los trabajadores se paguen su propio
despido. Los independentistas catalanes y los aliados valencianos de Podemos
pusieron el énfasis en los gastos militares de España, el país que menos gasta
de la UE en relación a su PIB y cuyas FF AA están en una situación que
la responsabilidad me impide pormenorizar. Que los independentistas catalanes
(que ya tenían presupuestado su propio ejército) no quieran que la Guardia
Civil y los ejércitos estén en condiciones de cumplir con el mandato
constitucional se entiende, y lo que dijeron los de Compromís forma parte de
las bobadas de la izquierda, porque llegado el caso los que dicen esas cosas no
nos defenderían y serían los primeros en salir corriendo. El PNV barrió, como
siempre, para casa y el portavoz de Foro Asturias, Isidro Martínez Oblanca
recordó a todos la pésima situación de Asturias, poniendo el acento en que es
la comunidad autónoma con menor tasa de natalidad y resaltando lo importante
que es para la sostenibilidad de las pensiones el relevo generacional. Rafael
Hernando, por el PP, se mofó de la oposición, como hace siempre, y se fue a
Grecia, para apuntar lo que habían bajado allí las pensiones, sin decir, eso
sí, quienes fueron los responsables de dejar aquel país a los pies de los
caballos, los socialistas del PASOK y la derecha de Nueva Democracia, que jubilaban
funcionarios a los 47 años y les daban 100.000 euros de gratificación, que
falsificaron el déficit para entrar en el euro y que permitieron que Grecia
tuviera el mayor fraude fiscal de toda la UE. Nadie dijo absolutamente nada
sobre entrar a saco, pero a saco de verdad, modificando la Ley y el Código
Penal (salvo de soslayo ERC) contra la economía sumergida y el fraude fiscal,
un 23% del PIB según el propio Banco de España.
En resumen, como esperaba, a
Rajoy se lo han puesto fácil, a pesar sus endebles argumentos, hasta, como es
su costumbre, habló de Venezuela, y la oposición ha hecho el más espantoso de
los ridículos, sin propuestas creíbles y suficientes y sin estar a la altura de
las circunstancias, perdiendo una oportunidad de oro. Los pensionistas
presentes y futuros están indefensos. Que Dios nos coja confesados.
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