Ante la imposibilidad de que el
presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, comparezca en el Congreso de los
Diputados, ni en pleno ni en sesión de control al Ejecutivo, que, por primera
vez desde 2.009, no se celebrará en este mes de Julio, crece la posibilidad de
que el PSOE, principal partido de la oposición, presente una moción de censura
que, dada la mayoría absoluta del PP, no servirá para descabalgar a Rajoy de la
presidencia, pero sí para que al menos dé la cara.
La moción de censura es un
instrumento parlamentario que no se debe emplear alegremente, pero, ante el
rodillo de los populares en el Congreso y en el Senado, impidiendo a la
oposición fiscalizar la acción del Gobierno, ya no cabe otra alternativa.
La Justicia es la única
institución que el poder no controla, aunque se han hecho grandes esfuerzos
para conseguirlo, y el caso Bárcenas amenaza con ser un torpedo bajo la línea
de flotación de la corruptela política que ha logrado poner a España y los
españoles a los pies de los caballos.
Sin embargo, en el PSOE hay gente
que no está muy de acuerdo con la idea de presentar una moción de censura, que
estaría centrada en el asunto de la corrupción. Un debate a cara de perro entre
los dos grandes partidos sobre las fechorías que han cometido unos y otros,
solo beneficiaría a terceros, es decir, a IU y UPyD, que suben como la espuma
en las encuestas. No hace falta ser vidente para adivinar que, ante las
acusaciones de financiación ilegal y de sobresueldos de los socialistas, los
populares contestarían con el ¡y tú mas!, de los ERES falsos de Andalucía, las
andanzas del anterior ministro de Fomento, José Blanco, y cosas por el estilo.
Por si este riesgo fuera poco, la moción de censura exige presentar un
candidato a la presidencia del Gobierno y de todos es sabido el poco tirón que
tiene Rubalcaba.
Pero el PSOE ya se ha metido en
una dinámica en la que será muy difícil echarse atrás, porque, ante la que está
cayendo, callarse y criticar con la boca pequeña puede suponer aún mas sangría
de votos que el precio que hay que pagar si alguien vuelve a encender el
ventilador de la mierda.
Las cosas que han sucedido en España
en los últimos años, ese país donde el ministro Solchaga decía que uno se podía
hacer fácil y rápidamente rico, están pasando ahora factura. Los ciudadanos
están sufriendo en sus carnes las fechorías que cometieron los políticos, pero
éstos no se van a ir, por mucho que lo están intentando, de rositas. La Justicia
sigue a su ritmo y con sus tiempos, y el rosario de imputados aumenta sin
cesar. La cárcel y la percepción de que los antiguos camaradas, con los que
compartía mesa y mantel, son ahora los que le acusan, estimula la locuacidad de
Bárcenas y su voluntad de no comerse solo el marrón. Disparar por elevación,
implicando a gente importante, es una buena estrategia de defensa en un país
como este. Eso mismo es lo que está haciendo, sin ir mas lejos, Diego Torres,
el ex-socio de Urdangarín, que llegará, si lo estima necesario, hasta el
mismísimo Jefe del Estado.
Definitiva y afortunadamente, ha
cundido el pánico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario