Los grandes empresarios españoles
han vuelto a reunirse con Rajoy y, precisamente cuando el presidente está en la
cuerda floja, le han manifestado su apoyo. No es la primera vez que lo hacen,
recordemos que la Reforma Laboral y todas las demás medidas de recortes
sociales y de pérdida del poder adquisitivo de los ciudadanos también fueron
aplaudidas por la CEOE, pues estaban entre algunas de sus máximas que creían
inalcanzables hace muy poco tiempo.
Al hacer balance de los
resultados obtenidos tras unas reformas que, lejos de acometer los problemas de
fondo de nuestra economía, solo han conseguido empobrecer a la mayor parte de
la población mientras, eso sí, los ricos lo son mas que nunca, debemos tener en
cuenta que entre los grandes responsables del deplorable estado en que se
encuentra España no solo están los Gobiernos socialistas y populares que la han
gobernado en las últimas décadas, también los grandes empresarios que les han
prestado su apoyo y que, incluso hoy, son partícipes, cuando no inspiradores,
de sus políticas.
A pesar de que el sentido común
nos dice que con menores salarios y subidas generalizadas de impuestos y precios
las empresas venderán menos, eso no quiere decir necesariamente que sus
ganancias sean menores. No debemos confundir el beneficio con la rentabilidad.
Pero, esas políticas neoliberales salvajes, que se ceban en los asalariados, cavan
un foso social, producen millones de parados y son el caldo de cultivo ideal
para el estallido social y la pérdida de la estabilidad política.
Por si los empresarios no
estuvieran ya completamente equivocados en su estrategia, se suman ahora al
apoyo a un Gobierno y a un presidente deslegitimados ante la opinión pública y
que van a tener graves problemas judiciales muy pronto. ¿Cuándo casi todos los
diarios europeos ponen en su primera página el escándalo Bárcenas no es una
completa irresponsabilidad abogar por la continuidad del Gobierno y apoyar a un
presidente sin futuro?.
Los empresarios no deberían fiar
la estabilidad que necesita nuestra economía en un presidente caído en
desgracia ni en unas reformas, mejor dicho, recortes sociales, que son una
bomba de relojería para su propio interés a medio plazo.
Por muchos esfuerzos que se hagan para dilatar la legislatura, las elecciones acabarán llegando y la distribución de escaños en el Parlamento
tendrá un cambio radical, el que ya está sucediendo en la sociedad. Ya nada
volverá a ser igual. Será el momento de pasar facturas, exigir cabezas en
bandeja de plata y pedir responsabilidades.
Los empresarios se están equivocando.
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