Cuando yo era niño, había en mi barrio
un hombre, cuyo nombre ya no recuerdo, que estaba loco. Era pacífico y bastante
popular. Los vecinos solían invitarle a un vaso de vino en el bar y a un
pitillo. Cuando bebía mas de la cuenta entraba en una especie de trance y preso
de pánico se ponía a gritar “Luis, los amarillos”. Nunca he sabido quién era el
tal Luis, porque no se dirigía a ninguno de los presentes, pero con el tiempo
fui descubriendo quienes eran los “amarillos”.
El amarillismo quizá sea la forma
mas indecente del servilismo. Los “amarillos” son individuos sin escrúpulos
que, mientras dicen defender a los trabajadores, a los ciudadanos, a la libre
información, etc, ejercen de traidores y mamporreros, siempre, eso sí, en su
propio beneficio.
Se ha hablado mucho del
amarillismo político y sindical, que está mas activo que nunca, pero no tanto
del amarillismo periodístico, como los otros, siempre a las órdenes del poder.
Todos sabemos que la libertad de
prensa es una quimera y que todos los periódicos tienen una línea editorial
mediatizada por partidos políticos, grupos económicos y nichos de lectores
fanáticos a los hay que satisfacer, pero está bien que lo digan y que se sepa.
Yo no me creo a nadie que diga que es imparcial y que sus opiniones son
objetivas.
En un programa de TV se hizo una
parodia sobre lo que dirían los distintos diarios de tirada nacional sobre una
misma noticia. La cosa tenía guasa, porque no solo se introducían distintos
matices, la noticia vista en uno u otro medio era tan diferente como el blanco
del negro. Quizá por eso también dicen que la Historia la escriben los
vencedores y que no necesariamente tiene que ver con lo que sucedió de verdad.
Sin embargo, aunque algunos
estudiosos de las teorías de Einstein lo ponen en duda, yo soy de los que piensan
que hay cosas que no se pueden relativizar y que hay verdades tan evidentes
como que el todo es mayor que la parte.
Estos días estamos asistiendo al
apogeo del escándalo nacional por el caso Bárcenas, un culebrón por capítulos con
el que nos deleita el periódico “El Mundo” cada pocos días y que tiene muchas
posibilidades de depararnos todavía mas sorpresas y mas asco. Este proceso, al
margen del daño que está haciendo a la democracia y al prestigio internacional
de nuestro país, tiene un gran interés clarificador. Empezamos sabiendo que el extesorero
del PP era un “chorizo” que tenían cuentas millonarias en medio mundo. Después
caímos en la cuenta que, por muy buen sueldo que tuviera y por muy bien que le
salieran sus supuestas operaciones bursátiles, tanto dinero tenía que ser del
propio partido. También es vox pópuli que fueron algunos empresarios sin
escrúpulos los que hacían donaciones a cambio de favores y contratos públicos.
Pero, ya cerca del clímax del desenlace, hemos descubierto que el presidente
del Gobierno miente como un bellaco y que el principal partido de la oposición
quedaría satisfecho con un cambio de líder en la derecha, pero nada de
elecciones generales ni de que el pueblo hable. Todos los que nos han estado
tomando el pelo se van quedando con el culo al aire.
Pero, lo que mas pretende
castigar la inteligencia de los ciudadanos no es la pantomima de los
socialistas o el falso prurito democrático de Pedro J. Ramírez, siempre metido
en conspiraciones, sino el amarillismo grosero de algunos diarios, como “ABC” y
“La Razón” que convierten la noticia de los SMS que Mariano Rajoy dirigía a
Bárcenas en una prueba de que el presidente del Gobierno no cedió al chantaje
del extesorero. ¿Nos toman por imbéciles?.
Ahora me explico porqué aquel loco de mi barrio repetía siempre con inquina lo de "Luis, los amarillos".
Nota: quiero agradecer a los internautas rusos sus entradas en este blog, han pasado a ser los primeros por países, incluidos los Estados de idioma castellano.
Nota: quiero agradecer a los internautas rusos sus entradas en este blog, han pasado a ser los primeros por países, incluidos los Estados de idioma castellano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario