jueves, 7 de febrero de 2013

AGUIRRE SE QUITA LA CARETA


Como habíamos advertido, la campaña contra la corrupción que inició el diario El Mundo con la publicación de los papeles de Bárcenas, no tenía por objetivo la catarsis política y la regeneración de los partidos, sino que formaba parte de una conspiración cuya intención última sería descabalgar la cúpula del Partido Popular, incluido el presidente Rajoy, e instalar en España en Gobierno ungido por fuerzas no democráticas que podrían utilizar, o no, el aparato del propio PP para conseguir sus fines. Tras esta operación, que tiene muchos rasgos en común con el golpe de Estado que se dio contra el presidente Adolfo Suárez (no la tejerada), estarían algunos poderes económicos y  grupos neomafiosos que han crecido peligrosamente entre bambalinas en los últimos años.
Con la situación dramática que están viviendo gran parte de los ciudadanos, incluidos empresarios y trabajadores, el caldo de cultivo para una operación salvapatrias solo necesitaba un detonante, un catalizador que sirviera para que la indignación acumulada de los españoles estallara. Las cuentas de Bárcenas y la financiación ilegal de los partidos no son cosas de ahora, como tampoco lo es la corrupción generalizada que se ha instalado en España, pero han venido al pelo a los intrigantes para atacar a Rajoy y su equipo. Inocentemente, a la denuncia se han sumado otros medios, como el diario El País, los demás partidos políticos y la ciudadanía, casi todos nos hemos convertido en tontos útiles.
Hay varias razones tras la conspiración, por un lado que los poderes económicos son perfectamente conscientes de que la situación de España lejos de mejorar en los próximos meses, como continuamente nos anuncia el Gobierno, puede empeorar todavía más, llegando incluso a un escenario social explosivo donde algunos partidos ahora minoritarios podrían alcanzar el poder. Por otro esta coyuntura quiere ser aprovechada por gente que pretende controlar el Gobierno del país sin pasar por las urnas y finalmente están las ambiciones personales de los que tienen aficiones mediático-conspirativas o políticas. Pongámosles nombres y apellidos: el director del diario El Mundo, Pedro J. Ramírez, y la presidenta del PP de Madrid, Esperanza Aguirre.
No vamos a perder ni un minuto en analizar los hobbies de Pedro J., algunos realmente pintorescos, como le conocemos bien no nos ha engañado ni por un momento con su repentino prurito por la corrupción y por Bárcenas, pero Dña. Esperanza si que tiene peligro, para la actual dirección del Partido Popular y para España.
Mientras Esperanza Aguirre se reunía con la dirección del PP para cerrar filas, negarlo todo e intentar ganar tiempo, continuaba con sus intrigas. Pero, por si alguien albergaba alguna duda, sus declaraciones del día 6 de febrero son diáfanas, definitivamente se ha quitado la careta. No solo ha dicho que, si se demostrara la veracidad de las informaciones publicadas, toda la cúpula del PP debería dimitir, incluido el presidente del Gobierno, sino que, además, se ha postulado para dirigir una regeneración política en este país. 
Queremos acabar con la corrupción, como no, pero, lo vuelvo a repetir otra vez, debemos tener mucho cuidado con los que pretenden aprovecharse de la situación que vivimos para sus oscuros intereses, utilizando cualquier método, como hicieron en su día en la comunidad autónoma de Madrid.  

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