jueves, 24 de enero de 2019

LOS SERVICIOS SOCIALES EN LA CAMPAÑA ELECTORAL


Ya estamos inmersos en plena campaña electoral, tenemos elecciones municipales, autonómicas y europeas el 26 de mayo y es muy probable que las generales también estén cerca, incuso podrían ser ese mismo día. Yo, lo confieso, hacía mucho tiempo que no tenía tanta incertidumbre sobre lo que puede suceder como en los comicios que se avecinan, aunque no soy el único. Me preocupa mucho lo que está pasando en la izquierda, que, lejos de rectificar, ha seguido cometiendo los mismos errores de los últimos años y los mismos errores que ha cometido la izquierda en toda Europa y que en algunos países la ha llevado a la práctica desaparición. Por primera vez la izquierda en España ha entrado en pánico, ese pánico que siempre les entra a los irresponsables cuando se dan cuenta de los resultados de sus actos, y los “movimientos telúricos” de estos días no son ajenos a ese pánico. En este asunto, el de los resultados electorales, voy a dejar a otros hacer pronósticos sobre el futuro, a mí me gusta más hacer “pronósticos” sobre el pasado, siempre acierto. Por eso no me voy a equivocar si me refiero a lo que ha pasado en Francia y en Italia (cuando veas las barbas del vecino pelar, pon las tuyas a remojar) hace muy poco tiempo. En Francia, por ejemplo, el Partido Socialista casi ha desaparecido y los poderes fácticos, y hasta una buena parte de la socialdemocracia, han apoyado a Macron para que la ultraderecha de Marine Le Pen no llegara al Elíseo. Solo han ganado algo de tiempo, un tiempo que no están aprovechando. En Italia la ultraderecha de la Liga Norte gobierna con los anarco-populistas del Movimiento Cinco Estrellas, mientras que la izquierda tradicional, que tuvo el Partido Comunista más fuerte de Europa Occidental, ha quedado reducida a la mínima expresión. Ese es el panorama. Si usted vuelve la vista atrás y revisa las hemerotecas no se sorprenderá nada de lo que le ha pasado a la izquierda en Francia y en Italia, verá al candidato socialista francés, Hamon, pidiendo un salario social de 700 euros para todo el mundo y un impuesto para los robots, o a los conspicuos y líderes del Partido Democrático italiano queriendo mantener abierta la ruta de la inmigración irregular por Lampedusa, por donde entraban africanos a millares.
La derecha y la ultraderecha en España lo tienen muy fácil, las izquierdas se lo están poniendo en bandeja. Nadie se acuerda de los escándalos de corrupción en el PP, no solo porque la izquierda tiene los suyos propios, es que hay preocupaciones más gordas. Así que, visto lo que les ha pasado a sus correligionarios, la izquierda va a querer huir, como del agua hirviendo, de hablar de un salario social básico para todo el mundo y del problema de la inmigración, pero la derecha, y, sobre todo, la ultraderecha, inteligentemente, no van a dejar de arrimar las ascuas a su sardina. Los salarios y las ayudas sociales que la izquierda ha repartido alegremente en los ayuntamientos y en las comunidades autónomas donde gobiernan, o donde cortan bacalao, plagadas de fraudes y abusos serán, dentro del mismo contexto, un argumento muy valioso para la derecha y la ultraderecha y exactamente lo mismo sucederá con los abusos en una sanidad pública “gratuita” y universal que permite y fomenta el turismo sanitario o que en Rumanía y Marruecos haya proliferado un floreciente mercado negro del medicamento, de unos medicamentos que pagamos todos los españoles. Llegados a este punto, los servicios sociales básicos y su supervivencia y mantenimiento bien podrían ser el eje sobre el que puede girar una buena parte del debate electoral, un debate donde la gente seria puede sacar mucho partido y donde los que, por acción, por omisión, por ideología, por estupidez, o por irresponsabilidad pueden quedar con el culo al aire. Explicar por qué las televisiones nos bombardean continuamente con anuncios de seguros privados sanitarios, cuando tenemos una sanidad universal y “gratuita” para todos o por qué nos dicen que complementemos la pensión pública con un seguro privado de pensiones, en vez de subir las cotizaciones al estatal que ya tenemos, por ejemplo, pueden ser debates muy sabrosos, muy divertidos y, sobre todo, muy esclarecedores.

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