La carta dirigida por el excomisaro
Villarejo, que se encuentra en prisión preventiva por orden de la Audiencia Nacional
desde el 5 de noviembre de 2.017, acusado de los delitos de organización
criminal, cohecho, blanqueo, revelación de secretos y extorsión, al presidente
del Gobierno, Pedro Sánchez, donde amenaza con “destapar la verdad” en relación
a operaciones secretas del Estado, ha provocado un escándalo cuyo alcance y
consecuencias aún no se pueden calibrar pero que, a pocos meses de las
elecciones, puede ser un auténtico tsunami que se lleve por delante a mucha
gente e incuso a organizaciones políticas enteras. Nadie sabe por qué
Villarejo, un individuo sin escrúpulos, pero inteligente, ha enviado esa carta,
que ha hecho pública, al tiempo que la acompaña de filtraciones demoledoras de
las miles de grabaciones que, al parecer, guarda a buen recaudo. Villarejo sabe
que no va a salir a la calle, sería otro escándalo muy difícil de digerir, y a
mí solo se me ocurre que sus amenazan lo que persiguen es mejorar su situación
penitenciaria o avisar de lo que podría suceder si, por casualidad, resbalara
en la ducha de la prisión con una pastilla de jabón. Y es que, por lo que
estamos conociendo, la gente, los organismos oficiales y las empresas implicadas
en operaciones de escucha y en extorsiones y chantajes son muchas y algunas muy
importantes, estamos hablando de Gobiernos, del CNI, de jueces, del segundo
banco de España o del rey emérito, por ejemplo. Lo que hemos escuchado es tan
grosero que nadie en este país se lo hubiera creído. Desde al exjuez Baltasar Garzón
diciéndole a Villarejo “que es un mal necesario” (a Llamazares le crecen los
enanos) hasta a la entonces vicepresidenta del Gobierno y actual presidenta del
Consejo de Estado, María Teresa Fernández de la Vega, diciéndole al
expresidente del BBVA que no había problemas con lo “suyo”. Vamos a asistir a
una operación muy potente para matar al mensajero, aunque tendrá que ser en
sentido figurado, claro, centrando las saetas en la diana del excomisario
Villarejo. Pero, llegados al punto donde nos encontramos, los españoles no nos
vamos a conformar con pequeñas piezas de pluma, queremos cobrar grandes piezas
de pelo, ya se han reído de nosotros suficientemente los ungulados. Veremos qué
formaciones políticas y que personajes están a la altura de estos gravísimos
hechos y veremos quiénes no, veremos quiénes exigen una comisión parlamentaria
y que se depuren las responsabilidades políticas y penales a que haya lugar y
veremos quiénes van a poner palos en la rueda para impedirlo. El día 26 de mayo
hay elecciones municipales y europeas y en la mayoría de CC AA también
autonómicas, y las generales también están a la vuelta de la esquina.
Recordarán ustedes que habíamos comentado que a veces no se pueden hacer cálculos,
porque nunca hay que descartar un “cisne negro” un acontecimiento dramático y a
veces catastrófico con el que nadie cuenta, pues bien, aquí tenemos al “cisne
negro”.
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