Este jueves se celebra la moción
de censura presentada por el Partido Socialista, así lo ha decidido la
presidenta del Congreso de los Diputados, Ana pastor, tras consultar con el secretario
general del PSOE y líder del principal partido de la oposición, Pedro Sánchez.
Es este un trámite constitucional que ya se ha utilizado en varias ocasiones en
nuestra democracia desde la Transición, siempre sin éxito, o, para decirlo
verdaderamente, sin que haya salido nunca adelante, porque, a mi modo de ver, éxito
tuvieron tanto Felipe González como José María Aznar cuando presentaron unas
mociones de censura que no ganaron en el hemiciclo pero que les auparon lo
suficiente para que pudieran ganar las elecciones generales a los pocos meses.
Yo creo, sin embargo, que esta vez estamos en un caso distinto, por la excepcionalidad
del momento que vivimos, con un partido del Gobierno condenado por corrupción,
y que se equivocarían mucho los que quieran sacar un rédito partidista del
evento, cuando lo verdaderamente importante, por higiénico, es echar a Rajoy y
los suyos de La Moncloa.
El tiempo, ese juez insobornable,
da y quita razones y ha dado la razón tanto a Pablo Iglesias y a Unidos
Podemos, que presentaron hace solo un año otra moción de censura por las mismas
razones, y que nadie apoyó, como a Pedro Sánchez, que tuvo que dimitir como secretario
general de su partido y como diputado al negarse a dar la investidura a Rajoy.
Evidentemente, todos los que estuvieron entonces en posiciones contrarias
estaban completamente equivocados. Conviene ahora recordar también, cuando las
derechas cacarean a todas horas que lo urgente es ir a unas elecciones
generales, que exactamente los mismos que ahora piden comicios no los querían
cuando Rajoy no tenía los suficientes apoyos y que entonces pedían la
investidura de D. Mariano, sí o sí, en aras del sentido de Estado. Esta misma
gente es la que estos días se está llenando la boca con frases como que Pedro
Sánchez quiere llegar al Gobierno por la puerta de atrás y sin ganar las
elecciones. Falacias y mentiras para imbéciles, porque no es la puerta de atrás
un instrumento totalmente legal que recoge, como he dicho, nuestra Constitución
y en este país, como en otras democracias parlamentarias, no es presidente del
Gobierno el que gana las elecciones, sino el que logra los apoyos suficientes
en el Parlamento. Hasta el más tonto sabe que en España al presidente del
Gobierno no lo eligen directamente los ciudadanos, sino los diputados. En Portugal,
por ejemplo, gobierna una coalición de izquierdas y el primer ministro es del
Partido Socialista, pero no fue el PSP el que ganó las elecciones, fue el
principal partido de la derecha. Pedro
Sánchez se ha vuelto a convertir en la diana en la que arrojan sus dardos los
que no quieren abandonar el poder ni con agua hirviendo, dejando a Podemos y a Venezuela
estos días en el segundo plano de sus iras. Son exactamente los mismos que presentaron,
con Antonio Hernández Mancha al frente, una moción de censura contra el
Gobierno de Felipe González, que tenía mayoría absoluta en el Congreso de los
Diputados, los que ahora dicen que esta moción de censura no tiene ninguna
posibilidad de prosperar y que es solo una maniobra política y personal de Pedro
Sánchez.
El PSOE solo tiene 84 diputados y
necesita muchos más para echar a Rajoy, ya tiene los de Unidos Podemos y sus
confluencias, otros 72, pero necesitará también los de Ciudadanos o los de los
nacionalistas, incluidas las formaciones más impresentables, por eso no puede
haber conversaciones, pactos, ni ningún tipo de acuerdo. Así lo ha entendido
Pablo Iglesias. Los que no utilicen sus escaños para acabar con este Gobierno
tendrán que explicar su voto a sus electores, esa es su responsabilidad. Albert
Rivera, Aprovechategui, como lo llamó Rajoy, quiere ser el que marque la
agenda, piensa que tiene 90 diputados y sueña con lo que dicen las encuestas,
pero solo tiene 32, perdió ocho en las últimas elecciones generales.
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