Desde que la banda terrorista dejara
de matar y de poner bombas, no hemos dejado de escuchar que ETA ha sido
derrotada, bien por la democracia, bien por la Guardia Civil y por la Justicia.
Nos han dicho hasta la saciedad que ETA dejó de atentar porque la presión
policial se lo impedía, y son muchos los que se lo han creído. La verdad, sin
embargo es otra: por supuesto que ETA ya no podía hacer atentados con la misma
facilidad que los que cometió en el pasado, eso se debió, principalmente, al
cambio de la política antiterrorista de Francia cuando ETA cometió el gravísimo
error de matar un gendarme. Durante muchos años los etarras habían gozado en el
país vecino de un santuario donde vivían, se entrenaban y tenían sus depósitos de armas, pero cuando
Francia se dio cuenta de que lo mismo que le había pasado a España les podía
pasar a ellos a los terroristas etarras se les acabó la fiesta. Sin embargo,
aunque disminuida, la capacidad de atentar y de cometer crímenes no
desapareció. Si somos serios debemos admitir que si ETA tomó la decisión de no
seguir atentando y ahora de disolverse no fue por lo que nos han contado sino
porque se dieron cuenta que ese camino no era el mejor para conseguir sus
objetivos, que no son otros que la independencia de España (porque la creación
de un Estado socialista ni ellos mismos se lo creen). Hubo un punto de
inflexión en la estrategia de ETA y fue el asesinato del concejal del PP en la
localidad vizcaína de Ermua, Miguel Ángel Blanco. Aquel crimen, que mantuvo en
vilo a toda España, fue tan grosero y tan malvado que hasta dio asco a muchos
independentistas. Los familiares de las víctimas, aunque ahora vean cosas que
no les van a gustar pero que habrá que hacer, como el acercamiento de los
presos a cárceles del País Vasco, han de tener siempre presente que la muerte
de sus seres queridos no fue en vano y que aquella sangre derramada tan
injustamente ha dado sus frutos. Por eso en estos momentos a los primeros que
hay que rendir homenaje y dar todo
nuestro cariño es a aquellos mártires y a sus familias.
ETA no era solo una banda
terrorista que se dedicaba a matar, ETA era el brazo armado de una infraestructura
política muy potente, KAS (Koordinadora Abertzale Socialista) criadero de
partidos y organizaciones como Batasuna o Bildu y caldo de cultivo del
independentismo radical vasco. Esa infraestructura sigue ahí y no solo sigue
ahí, ahora gobierna en cientos de ayuntamientos y forma el segundo grupo
político más importante del Parlamento Vasco. Yo tengo serias dudas de que esta
gente, por no decir gentuza, no siga recurriendo a métodos no democráticos y a
la violencia de baja intensidad para conseguir sus fines y que incluso dentro
de muy poco tiempo quieran demonizar al Estado e ir de víctimas. Eso sería el
colmo de la desfachatez
, pero yo no lo descarto. Han aprendido que es mucho más efectivo y más
presentable ante Europa el método de los independentistas catalanes que el que
ellos tenían hasta ahora. El golpismo no está tan mal visto como el terrorismo.
Esta nueva situación hay que
gestionarla bien y hay que estar atentos a los siguientes movimientos de la
izquierda abertzale, que los habrá. La unidad de todos los demócratas y la
defensa de la Constitución y del Imperio de la Ley serán fundamentales.
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