La demoledora sentencia sobre el
caso Gürtel, al mismo tiempo que ingresaba en prisión, ante el riesgo de fuga, Eduardo
Zaplana, parece que ya no es un suma y sigue en el calvario judicial de altos
conspicuos del PP, sino un punto final, el punto final de un Gobierno y de una
etapa nefasta para este país. Como manifesté hace unos meses, había una enorme
mierda, una mierda que todavía olía caliente. La gente ha dicho basta.
Seguramente cuando usted lea
estas líneas el Partido Socialista habrá presentado una moción de censura o estará a punto de hacerlo, llegados a este punto, yo no espero otra cosa del principal partido de la
oposición y de su secretario general, el mismo que valientemente se enfrentó a
los que quisieron dar un golpe en su propio partido y enviarlo a las
catacumbas. Debemos recordar, aunque parezca que fue hace un siglo, que hace
solo un año Unidos Podemos presentó una moción de censura contra Rajoy
exactamente por los mismos motivos que el PSOE la va a tener que presentar
ahora, y lo hizo ante la negativa de los socialistas a asumir sus responsabilidades.
El PSOE se encontraba entonces sumido todavía en su drama interno y quizá no
era el momento más adecuado para Pedro Sánchez, pero los socialistas tampoco
apoyaron, aunque solo fuera de forma testimonial, la moción de censura de UP.
También debemos recordar que había un resquemor en el PSOE contra Podemos y
contra IU porque esas formaciones políticas no habían apoyado el acuerdo de
Gobierno que Pedro Sánchez firmó con Albert Rivera, un acuerdo de 66 páginas
casi calcado del programa político de Ciudadanos y que Pablo Iglesias no podía
asumir porque incorporaba cosas tan derechistas y tan lesivas para los
trabajadores como la introducción en España de “la mochila austriaca” es decir,
que los currantes se pagaran su propio despido. Aquel acuerdo se firmó,
recordémoslo también, casi con nocturnidad y alevosía mientras el PSOE
negociaba en otra mesa con la izquierda. Se ha perdido un tiempo precioso y
ahora las circunstancias objetivas son otras, tanto de la cohesión interna del
PSOE, como del enquistamiento del problema catalán, y, por supuesto, del
hartazgo de los ciudadanos con los escándalos de corrupción, los que no se
enfrenten a ellos, y solo vean españoles, corren el riesgo, como colaboradores
necesarios, de quemarse también. No es hora de reproches, es hora de altura de
miras, de generosidad y de sentido de Estado. Hay un acuerdo tácito en las
manadas de lobos: "A nadie interesa herir a un compañero de cacería, porque
cuando hay que abatir grandes y peligrosas presas todos los colmillos son
importantes". Unidos Podemos ya ha puesto a disposición del PSOE todos sus
diputados, todos sus colmillos, para que los socialistas, como primer partido
de la oposición, presenten una moción de censura.
Pedro Sánchez tiene todas las de
ganar, si el PSOE gana la moción de censura, algo que podría suceder aún sin el
apoyo de Ciudadanos, sería presidente del Gobierno y si la pierde se afianzará
como líder de la oposición y dejará en evidencia a Albert Rivera y su discurso.
A Ciudadanos se les acabó la ambigüedad, tendrán que mojarse y eso tiene para
ellos un grave riesgo, porque su principal nicho de votos está en el PP. Es
precisamente por eso que nadie con los pies en la tierra concibe un acuerdo de
Gobierno PSOE-UP-Ciudadanos, Albert Rivera no se quiere suicidar, pero
Ciudadanos sí podría apoyar una moción de censura que tuviera como único
objetivo la convocatoria inmediata de nuevas elecciones generales, salvaría la
cara y se convertiría en el partido de referencia de la derecha. Sí, ya sé que
nuevas elecciones con los problemas que tenemos no es lo que nos pide el cuerpo
y que lo patriótico sería un Gobierno trasversal que los acometiera. Pero uno son
los deseos y los sueños y otro muy distinto las realidades. Una cosa está
clara, así no podemos continuar, con el partido del Gobierno condenado por corrupción
y señalado por la Guardia Civil como una organización criminal.
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