jueves, 24 de mayo de 2018

LA SUBIDA DE LOS PRECIOS DEL PETRÓLEO


Yo espero que no quede ningún ingenuo entre los lectores que aún piense que en verdad existe la economía de libre mercado, la libre competencia y la dictadura económica de la oferta y la demanda. Por si Karl Marx no hubiera desmostado suficientemente la patraña liberal de Adam Smith en su famoso libro “El Capital”, es algo que todos podemos observar sin gran esfuerzo, sirvan como ejemplos las tarifas eléctricas, los oligopolios y el poder de las grandes corporaciones, que en muchas ocasiones mandan más que los Gobiernos. Pues, los precios de las materias primas también están sujetos a una manipulación artificial que nada tiene que ver con el cuento de Alicia del señor Smith y de sus seguidores. En efecto, la oferta se suele manipular de varias formas, bien poniéndose se acuerdo para reducir la producción o bien provocando conflictos y hasta guerras. Tras la grave crisis financiero-ínmobiliaria y de otra aún más grave, en la que seguimos inmersos, que sigue creciendo y de la que se habla muy poco, la de la Deuda, se paralizó el crecimiento económico y algunos Estados entraron en recesiónr, lo que eufemísticamente llamaron “crecimiento negativo”, algo así como los “avances hacia la retaguardia” de los ejércitos de Hitler cuando empezaron a perder la guerra en las estepas y ciudades rusas.  Esa brutal caída de la demanda provocó el desplome de los precios de las materias primas, entre ellas el del barril de petróleo (180 litros) que había estado alrededor de los 150 dólares y cayó hasta casi los 20 dólares. Eso fue un duro golpe para todos los países productores, pero para unos más que para otros. Mientras que Rusia y Arabia Saudí, los mayores exportadores mundiales, capearon el temporal gracias a que no estaban endeudados, otros, muy dependientes, con problemas internos o internacionales graves, o con economías muy apalancadas  lo empezaron a pasar muy mal, como Venezuela, Irán o EE UU. En concreto, los EE UU habían hecho ingentes inversiones en la extracción de petróleo por fractura hidráulica, hasta el punto que llegaron a autoabastecerse y convertirse en el primer productor mundial, pero esas explotaciones no son rentables con el crudo por debajo de los 75 dólares por barril y peligraba no solo la supervivencia de las propias explotaciones y tener que volver a importaciones masivas, sobre todo peligraban las devoluciones de los créditos billonarios que habían hecho los bancos, entidades financieras que no habían logrado todavía recuperarse del fangal inmobiliario para caer al pozo del “fracking”. En este sentido, más que en la política acentuadamente proisraelí de su administración, hay que entender algunas iniciativas del Gobierno de Trump, como la reciente ruptura del acuerdo nuclear con Irán, que ha provocado la subida inmediata de los precios del petróleo hasta los 80 dólares por barril. Rusia encantada, Arabia Saudí encantada, y los EE UU más encantados que nadie. Que estas cosas las padezca el sufrido pueblo iraní no interesa a nadie, pelillos a la mar. No es probable que el petróleo vuelva a los precios que vimos en el pasado, porque las economías de muchos Estados están en una situación tan delicada y el crecimiento económico tan comprometido que no se podrían soportar, pero sí que se mantengan en la horquilla de entre los 80 y 90 dólares por barril. Ya se encargarán de que así sea. Qué razón tenía usted, señor Marx.

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