La decisión del presidente de los
EE UU, Donal Trump, de romper unilateralmente el acuerdo nuclear con Irán supone
poner una cerilla bajo el barril de pólvora de Oriente Medio. De nada ha
servido el viaje estos días pasados del presidente francés, Macron, para
intentar convencer a Trump de que esa decisión es completamente errónea y de
las presiones de otros países europeos como Alemania. La secuencia de lo que
está pasando comienza en la misma campaña electoral de Donald Trump, pues esta
era una de sus promesas. Por aquel entonces Trump decía a los norteamericanos
lo malas que habían sido las políticas de Obama y que había que echarlas abajo.
En ese caldo de cultivo y en aquella campaña electoral donde el potente aparato
mediático y político del Partido Demócrata eran enemigos muy difíciles de batir,
la inestimable ayuda del influyente y rico lobby judío podía decidir muchos
votos y aportar mucho dinero a la campaña, si a eso unimos que el principal
asesor de la campaña presidencial de Donald Trump ha sido el esposo de su hija
y ahora también asesora, Ivanka, un extremista judío, pues podemos empezar a
entender esta decisión. Sin embargo, poner como asesores a gente poco profesional
y echarse en brazos de Estados piratas o fundamentalistas, como Israel y Arabia
Saudí, es una actitud muy irresponsable, como casi todas las cosas de Trump. La
EU se echa ahora las manos a la cabeza porque, tras el acuerdo nuclear,
Francia y Alemania estaban haciendo suculentos negocios en Irán y había
pendientes de implementar cientos de proyectos millonarios. No solo eso,
también los países de la UE, entre ellos España, estaban importando petróleo
iraní a precios más baratos que el saudí, algo muy importante cuando el precio
del crudo no ha parado de subir y subirá todavía más con lo que se avecina.
Pero, Europa ha estado compadreando con Israel y con Arabia Saudí desde hace
mucho tiempo, tolerándoles todas sus fechorías, desde los ataques a países
soberanos e intervenciones que han provocado dramas humanitarios hasta el apoyo
a los terroristas yihadistas. No solo eso, algunos países, en particular
Francia y Alemania, han alimentado el monstruo nuclear en que se ha convertido
Israel, al que nadie pide cuentas de nada. Francia le vendió el reactor nuclear
con el que los sionistas hicieron sus bombas atómicas y Alemania le ha vendido
seis modernos submarinos “Delfín” (cinco ya entregados) en los que los
israelíes han instalado misiles de crucero “Popeye turbo”, de fabricación
propia, con cabezas nucleares tácticas. La alta representante de la UE para
Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Federica Mogherini, ha salido a la
palestra para pedir que se mantenga el acuerdo nuclear con Irán, cuando hace
solo unos días pedían a los iraníes que para conservar el acuerdo tendrían que
suspender también la producción de misiles. El máximo líder de Irán, Alí Jamenei,
ha dicho que nunca más firmarán ningún tipo de acuerdo con los EE UU, que no
son gente seria, y el presidente iraní, Hasán Rouhaní, ha dado a la UE unas
semanas para ver si mantienen el acuerdo, antes de reanudar el enriquecimiento
de uranio. Los iraníes ya están hartos de que les tomen el pelo.
Lo más preocupante de la decisión
de Trump no es que Irán podría volver a reactivar su programa nuclear militar,
es que ha dado alas a Netenyahu y Mohamaad Bin Salman, pues tanto el primer
ministro israelí como el príncipe heredero y ministro de Defensa saudí llevan
tiempo acunando la idea de atacar a Irán y eso no solo podría llevar a una guerra
devastadora a todo Oriente Medio, mucho peor aún de las que ya hemos visto,
podría poner en serio peligro la paz mundial, pues no debemos olvidar que Irán
cuenta con aliados muy poderosos, los primos de Zumosol chinos y rusos, en
cuyos brazos se tendrá que echar ahora por completo. El Secretario de Estado y
exdirector de la CIA, Mike Pompeo, otro extremista irresponsable, ha estado
hace pocos días de visita en Arabia Saudí e Israel para atar cabos.
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