Algunos ya advertimos en su día
que la crisis provocada por el estallido de la burbuja financiero-inmobiliaria
se había cerrado en falso, no solo porque las medidas que se tomaron para
atajar sus consecuencias y evitar el
contagio y la quiebra de todo el sistema financiero no fueron las
correctas, también, y sobre todo, porque los mismos actores, los mismos
protagonistas de aquel gigantesco timo, de aquella fechoría, seguían campando a
sus anchas y gestionando el desastre que habían provocado. Solo hace falta
observar que el actual ministro de Economía de nuestro país, Luis de Guindos,
era nada menos que el director para España y Portugal de Lehman Brothers, la
entidad que, con su quiebra, fue el detonante de la explosión de la burbuja del
“ladrillo”. Es decir, las mismas zorras siguen cuidando el gallinero, y siguen haciendo
de las suyas y acabando con las gallinas. En una dictadura los culpables serían
ellos, pero, en una democracia los culpables somos nosotros.
Los mismos que después de
inyectar 61.366 millones de euros (según el Banco de España) o 100.000 millones
(según Bruselas) de dinero público para rescatar las Cajas de Ahorros, las han
liquidado y medio regalado a la gran banca privada y los mismos que han puesto
a individuos como Rodrigo Rato a gestionar entidades como Bankia, son los que
siguen tomando medidas tremendas que afectan a la vida de cientos de miles de
ciudadanos, a muchos de los cuales han dejado en la ruina. Hace unos días hemos
visto como 330.000 accionistas del Banco Popular perdían todo su dinero y no
estamos hablando de millonarios, porque la mayoría son gente normal que había
depositado allí todos sus ahorros. Lo mismo sucedió con las Preferentes donde
fueron decenas de miles los españoles, entre ellos muchos ancianos, vilmente
engañados. El propio ministro, de Guindos, hace muy poco tiempo había dicho que
no había ningún problema con el Banco Popular y que la entidad estaba saneada.
Pues bien, ahora surge el
problema en Liberbank, una entidad resultado de la fusión de varias Cajas de Ahorros
que se hizo con criterios políticos y con una alegría e irresponsabilidad
increíbles. A veces es imprescindible echar mano de las hemerotecas y ver lo
que unos y otros decían sobre la fusión de CajAstur y Caja Castilla-La Mancha,
por ejemplo, Mientras el entonces presidente del Principado, ahora senador
aforado, Vicente Álvarez Areces, loaba la fusión, otros, como Francisco
Álvarez-Cascos, la criticaban con vehemencia. El tiempo, ese juez insobornable,
siempre acaba dando y quitando razones.
La preocupación ha llegado al
punto de que la CNMV ha prohibido las “operaciones a corto” en Liberbank, bajo
la coartada de evitar los ataques especulativos. Lo que está sucediendo en
estos días no está nada claro, empezando por la compra masiva de acciones (800.000
acciones compró Fernando Masaveu) cuya intención no se
sabe si ha sido para reforzar la entidad o lucrarse merced a información privilegiada.
Tampoco está clara cuál es la verdadera situación financiera de Liberbank y si
su cuenta de resultados se ajusta a la realidad. ¿Se están computando los
ingentes activos tóxicos de Liberbank a su valor nominal y no al valor real de
mercado para maquillar las cuentas? Miles de puestos de trabajo penden de un
hilo y la propia existencia de Liberbank y si no se da una solución seria a la actual
situación el fuego puede extenderse a todo el sector financiero y a toda la
economía de nuestro país. Me temo lo peor, porque sigue la ignominia.
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